Encontrados 39 resultados para: escribió

  • Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y escribió sobre las tablas las palabras de la alianza, es decir, los diez Mandamientos. (Exodo 34, 28)

  • Así les reveló su alianza y les mandó que la cumplieran: las diez Palabras que él mismo escribió en dos tablas de piedra. (Deuteronomio 4, 13)

  • Estas son las palabras que el Señor les dirigió en la montaña, cuando todos ustedes estaban reunidos. Él les habló con voz potente, desde el fuego, la nube y una densa oscuridad. No añadió nada más, sino que escribió esas palabras en las dos tablas de piedra que me entregó. (Deuteronomio 5, 22)

  • Entonces el Señor escribió en ellas lo mismo que había escrito antes: las diez Palabras que había promulgado en la montaña, desde el fuego, el día de la asamblea. Cuando me las entregó, (Deuteronomio 10, 4)

  • Moisés escribió esta Ley y la entregó a los sacerdotes levitas -los encargados de transportar el Arca de la Alianza del Señor- y a todos los ancianos de Israel. (Deuteronomio 31, 9)

  • Aquel día, Moisés escribió este poema y se lo hizo aprender a los israelitas. (Deuteronomio 31, 22)

  • Josué escribió allí mismo, sobre las piedras, una copia de la Ley que Moisés había escrito en presencia de los israelitas. (Josué 8, 32)

  • Samuel expuso al pueblo el derecho de la realeza, y lo escribió en un libro que depositó delante del Señor. Luego Samuel despidió a todo el pueblo, y se fue cada uno a su casa. (I Samuel 10, 25)

  • A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la mandó por intermedio de Urías. (II Samuel 11, 14)

  • En seguida escribió una carta en nombre de Ajab, la selló con el sello del rey y la envió a los ancianos y a los notables de la ciudad, conciudadanos de Nabot. (I Reyes 21, 8)

  • En esa carta escribió: "Proclamen un ayuno y en la asamblea del pueblo hagan sentar a Nabot en primera fila. (I Reyes 21, 9)

  • Ajab tenía setenta hijos en Samaría. Jehú escribió unas cartas, y las envió a Samaría, a los jefes de la ciudad, a los ancianos y a los preceptores de los hijos de Ajab. En ellas decía: (II Reyes 10, 1)


“O amor sem temor torna-se presunção.” São Padre Pio de Pietrelcina