Encontrados 171 resultados para: embargo

  • Sin embargo, por consideración a David, el Señor, su Dios, le concedió una lámpara en Jerusalén, asegurándole una descendencia y manteniendo en pie a Jerusalén. (I Reyes 15, 4)

  • Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos, aunque el corazón de Asá perteneció íntegramente al Señor durante toda su vida. (I Reyes 15, 14)

  • Pero en cuanto yo me aparte de ti, el espíritu del Señor te llevará quién sabe adónde, y cuando vaya a avisarle a Ajab, él no te encontrará y me matará. Sin embargo, tu servidor teme al Señor desde su juventud. (I Reyes 18, 12)

  • Este dijo a sus servidores: "Ustedes saben bien que Ramot de Galaad nos pertenece. Sin embargo, nosotros no hacemos nada para quitársela al rey de Arám". (I Reyes 22, 3)

  • Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (I Reyes 22, 44)

  • Sin embargo, persistió en el pecado que Jeroboám, hijo de Nebat, había hecho cometer a Israel, y no se apartó de él. (II Reyes 3, 3)

  • Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (II Reyes 12, 4)

  • Sin embargo, con el dinero que se aportaba para la Casa del Señor no se hacían fuentes de plata, ni cuchillos, ni aspersorios, ni trompetas, ni objetos de oro o plata, (II Reyes 12, 14)

  • Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (II Reyes 14, 4)

  • Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (II Reyes 15, 4)

  • Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. Jotám fue el que edificó la puerta alta de la Casa del Señor. (II Reyes 15, 35)

  • Sin embargo, el Señor no aplacó el ardor de su ira, que se había encendido contra Judá a causa de la gran indignación que le había provocado Manasés. (II Reyes 23, 26)


“Vive-se de fé, não de sonhos.” São Padre Pio de Pietrelcina