Encontrados 545 resultados para: deseo de muerte

  • David entró a su casa en Jerusalén. Entonces el rey tomó a las diez concubinas que había dejado al cuidado de la casa y las puso en un recinto bien custodiado. Él proveía a su mantenimiento, pero no tuvo más relaciones con ellas, y así estuvieron recluidas, viviendo como viudas, hasta el día de su muerte. (II Samuel 20, 3)

  • En tiempos de David, hubo hambre durante tres años consecutivos. David consultó al Señor, y el Señor le respondió: "Esto se debe a Saúl y a esa casa sanguinaria, porque él dio muerte a los gabaonitas". (II Samuel 21, 1)

  • Pero Abisai, hijo de Seruiá, acudió en su auxilio y abatió al filisteo, dándole muerte. Los hombres de David lo conjuraron, diciendo: "Tú no irás más a combatir con nosotros, no sea que extingas la lámpara de Israel". (II Samuel 21, 17)

  • Las olas de la Muerte me envolvieron, me aterraron los torrentes devastadores, (II Samuel 22, 5)

  • me cercaron los lazos del Abismo, las redes de la Muerte llegaron hasta mí. (II Samuel 22, 6)

  • David manifestó este deseo: "¡Quién me diera de beber agua del pozo que está junto a la Puerta de Belén!". (II Samuel 23, 15)

  • Estando ya próximo a su muerte, David hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: (I Reyes 2, 1)

  • En seguida el rey Salomón envió a Benaías, hijo de Iehoiadá, y este hirió de muerte a Adonías. (I Reyes 2, 25)

  • En cuanto al sacerdote Ebiatar, el rey le dijo: "Vete a tus campos de Anatot. Aunque mereces la muerte, hoy no te haré morir, porque has llevado el Arca del Señor delante de mi padre David, y has compartido todas sus aflicciones". (I Reyes 2, 26)

  • Entonces Benaías, hijo de Iehoiadá, subió e hirió de muerte a Joab, y este fue sepultado en su casa, en el desierto. (I Reyes 2, 34)

  • Luego el rey dio una orden a Benaías, hijo de Iehoiadá, y este salió e hirió de muerte a Semei. Así la realeza quedó afirmada en manos de Salomón. (I Reyes 2, 46)

  • Mis servidores bajarán los troncos desde el Líbano hasta el Mar, y yo haré con ellos balsas para transportarlos por mar hasta el lugar que tú me indiques; allí haré desatar los troncos, y tú los recogerás. Tú, por tu parte, cumplirás mi deseo proveyendo de víveres a mi casa". (I Reyes 5, 23)


“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina