Encontrados 373 resultados para: decir
Si lo que el profeta dice en nombre del Señor no se cumple y queda sin efecto, quiere decir que el Señor no ha dicho esa palabra. El profeta ha hablado temerariamente: no le temas. (Deuteronomio 18, 22)
Moisés fue a decir estas palabras a todo Israel: (Deuteronomio 31, 1)
mandó decir a Rajab: "Saca afuera a esos hombres que vinieron a verte, los que entraron en tu casa, porque han venido únicamente para observar todo el país". (Josué 2, 3)
"Que se cumpla lo que acaban de decir", replicó ella, y los dejó partir. Apenas se fueron, la mujer ató a la ventana el cordón escarlata. (Josué 2, 21)
Él respondió: "No, yo soy el jefe del ejército del Señor y ahora he venido". Josué cayó con el rostro en tierra, se postró y exclamó: "Señor, ¿qué tienes que decir a tu servidor?". (Josué 5, 14)
¡Señor! ¿Qué más puedo decir, ahora que Israel ha tenido que volver las espaldas a sus enemigos? (Josué 7, 8)
Entonces los gabaonitas mandaron decir a Josué, que estaba en el campamento de Guilgal: "No dejes solos a tus servidores. Ven a salvarnos lo antes posible. Ayúdanos, porque todos los reyes amorreos que habitan en la Montaña se han reunido contra nosotros". (Josué 10, 6)
y volvía a subir, viniendo desde el sur, por el valle de Ben Hinnóm hasta el flanco sur del Jebuseo, es decir, hasta Jerusalén. Desde allí, ascendía a la cima del monte que está frente al valle de Hinnóm, por el oeste, y al extremo septentrional del valle de los Refaím. (Josué 15, 8)
Josué respondió a la casa de José, es decir, a Efraím y Manasés: "Ustedes son un pueblo numeroso y tienen mucha fuerza. No tendrán solamente una porción, (Josué 17, 17)
Como el Señor lo había ordenado, le asignaron la ciudad que él pidió, es decir, Timnat Séraj en la montaña de Efraím. Él la reedificó y se estableció en ella. (Josué 19, 50)
En realidad, lo hicimos por temor, pensando que el día de mañana los hijos de ustedes podrían decir a los nuestros: ‘¿Qué tienen que ver ustedes con el Señor, el Dios de Israel? (Josué 22, 24)
sino para que esté como testigo entre nosotros y ustedes, y también entre nuestros descendientes, de que rendimos culto al Señor en su presencia, con nuestros holocaustos, nuestras víctimas y nuestros sacrificios de comunión. Así, el día de mañana, los hijos de ustedes no podrán decir a los nuestros: ‘Ustedes no tienen parte con el Señor’. (Josué 22, 27)