Encontrados 239 resultados para: cuatro jinetes
Daniel tomó la palabra y dijo: Yo miraba en mis visiones nocturnas, y vi los cuatro vientos del cielo que agitaban el gran mar. (Daniel 7, 2)
Y cuatro animales enormes, diferentes entre sí, emergieron del mar. (Daniel 7, 3)
Después de esto, yo estaba mirando y vi otro animal como un leopardo; tenía cuatro alas de pájaro sobre el dorso y también cuatro cabezas, y le fue dado el dominio. (Daniel 7, 6)
"Esos cuatro animales enormes son cuatro reyes que se alzarán de la tierra; (Daniel 7, 17)
Así el chivo se engrandeció enormemente; pero una vez que se hizo fuerte, el cuerno grande se quebró, y cuatro cuernos imponentes se elevaron en lugar de él, hacia los cuatro vientos del cielo. (Daniel 8, 8)
Una vez quebrado este, los cuatro que surgieron en lugar de él son los cuatro reinos que surgirán de su nación, pero no con su misma fuerza. (Daniel 8, 22)
Sin embargo, apenas logre afianzarse, su reino será dividido y repartido a los cuatro vientos del cielo, pero no en provecho de sus descendientes, y sin el dominio que él había ejercido. Porque su reino será arrancado de raíz y pasará a otros, distintos de aquellos. (Daniel 11, 4)
Pero me compadeceré de la casa de Judá, y los salvaré por el Señor, su Dios. No los salvaré por medio del arco, ni de la espada, ni de las armas de guerra, ni tampoco por medio de caballos y jinetes". (Oseas 1, 7)
Así habla el Señor: Por tres crímenes de Damasco, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque trillaron a Galaad con trilladoras de hierro, (Amós 1, 3)
Así habla el Señor: Por tres crímenes de Gaza, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque deportaron poblaciones enteras para entregarlas a Edóm, (Amós 1, 6)
Así habla el Señor: Por tres crímenes de Tiro, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque entregaron a Edóm poblaciones enteras de cautivos, sin acordarse de una alianza entre hermanos, (Amós 1, 9)
Así habla el Señor: Por tres crímenes de Edóm, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque persiguió a su hermano con la espada y ahogó todo sentimiento de piedad; porque conserva su enojo para siempre y mantiene incesantemente su furor, (Amós 1, 11)