Encontrados 56 resultados para: baja

  • Si un hombre consagra su casa al Señor, el sacerdote deberá tasarla. Sea alta o baja, se aceptará la tasación fijada por el sacerdote. (Levítico 27, 14)

  • me dijo: "Baja de la montaña ahora mismo, porque tu pueblo, ese que sacaste de Egipto, se ha pervertido. Ellos se apartaron rápidamente del camino que yo les había trazado y se han fabricado una estatua de metal fundido". (Deuteronomio 9, 12)

  • Y a esa obra del pecado, a ese ternero que ustedes habían fabricado, lo tomé, lo quemé y lo molí, hasta convertirlo en polvo muy fino, y después lo arrojé en el torrente que baja de la montaña. (Deuteronomio 9, 21)

  • a los reyes que estaban al norte, en la zona montañosa, y en la Arabá, al sur de Genesaret, en la región baja y sobre las alturas de Dor, hacia el oeste. (Josué 11, 2)

  • Aquella noche, el Señor dijo a Gedeón: "Baja ahora mismo contra el campamento de Madián, porque lo he puesto en tus manos. (Jueces 7, 9)

  • Si tienes miedo de atacar, baja tú primero con tu servidor Purá (Jueces 7, 10)

  • Al ver las tropas, Gaal dijo a Zebul: "Mira esa gente que baja de la cima de los montes". "Es la sombra de los montes, y a ti te parecen hombres", le respondió Zebul. (Jueces 9, 36)

  • Pero Gaal insistió: "Es gente que baja por la ladera del Ombligo de la Tierra, y otro grupo viene por el camino de la Encina de los Adivinos". (Jueces 9, 37)

  • Lávate, perfúmate, cúbrete con tu manto y baja a la era. No dejes que te reconozca antes que termine de comer y beber. (Rut 3, 3)

  • David interrogó de nuevo al Señor, y el Señor le respondió, diciendo: "Baja ya mismo a Queilá, porque yo entrego a los filisteos en tus manos". (I Samuel 23, 4)

  • Por eso, rey, baja si es que así lo deseas, y nosotros nos encargaremos de ponerlo en tus manos". (I Samuel 23, 20)

  • ¿Quién puede estar de acuerdo con lo que ustedes proponen? Porque la parte que le toca al que baja a combatir le tocará también al que cuida el equipaje: juntos participarán del botín". (I Samuel 30, 24)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina