Encontrados 1939 resultados para: amo

  • Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, te saludamos a ti, Filemón, nuestro querido amigo y colaborador, (Filemon 1, 1)

  • porque he oído hablar del amor y de la fe que manifiestas hacia el Señor Jesús y en favor de todos los santos. (Filemon 1, 5)

  • Por mi parte, yo he experimentado una gran alegría y me he sentido reconfortado por tu amor, viendo cómo tú, querido hermano, aliviabas las necesidades de los santos. (Filemon 1, 7)

  • prefiero suplicarte en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, (Filemon 1, 9)

  • Sí, hermano, préstame ese servicio por amor al Señor y tranquiliza mi corazón en Cristo. (Filemon 1, 20)

  • ¿cómo nos libraremos nosotros, si rehusamos semejante salvación? Esta salvación, anunciada en primer lugar por el Señor, nos fue luego confirmada por todos aquellos que la habían oído anunciar, (Hebreos 2, 3)

  • Porque Dios no ha sometido a los ángeles el mundo venidero del que nosotros hablamos. (Hebreos 2, 5)

  • Y también: En él pondré mi confianza. Y además: Aquí estamos yo y los hijos que Dios me ha dado. (Hebreos 2, 13)

  • Por lo tanto, hermanos, ustedes que han sido santificados y participan de un mismo llamado celestial, piensen en Jesús, el Apóstol y Sumo Sacerdote de la fe que profesamos. (Hebreos 3, 1)

  • mientras que Cristo fue fiel en calidad de Hijo, como jefe de la casa de Dios. Y esa casa somos nosotros, con tal que conservemos la seguridad y la esperanza de la que nos gloriamos. (Hebreos 3, 6)

  • Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo, con tal que mantengamos firmemente hasta el fin nuestra actitud inicial. (Hebreos 3, 14)

  • Temamos, entonces, mientras permanece en vigor la promesa de entrar en el Reposo de Dios, no sea que alguno de ustedes se vea excluido. (Hebreos 4, 1)


Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina