Encontrados 2519 resultados para: ama

  • El que dice: «Amo a Dios», y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? (I Juan 4, 20)

  • Este es el mandamiento que hemos recibido de él: el que ama a Dios debe amar también a su hermano. (I Juan 4, 21)

  • El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él. (I Juan 5, 1)

  • La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. (I Juan 5, 2)

  • Judas, servidor de Jesucristo, hermano de Santiago, saluda a los que han sido llamados, a los amados de Dios, el Padre, y protegidos por Jesucristo. (Judas 1, 1)

  • Su cabeza y sus cabellos tenían la blancura de la lanay de la nieve; sus ojos parecíanllamas de fuego; (Apocalipsis 1, 14)

  • "Conozco tu tribulación y tu pobreza, aunque eres rica, así como también la maledicencia de los que se llaman judíos, y no son más que una sinagoga de Satanás. (Apocalipsis 2, 9)

  • Escribe al Ángel de la Iglesia de Tiatira: «El Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llamas de fuego y los pies semejantes al bronce fundido, afirma: (Apocalipsis 2, 18)

  • Obligaré a los de la sinagoga de Satanás -que mienten, porque se llaman judíos y no lo son- a que se postren delante de tiy reconozcan que yo te he amado. (Apocalipsis 3, 9)

  • Y vi a un Ángel poderoso que proclamaba en alta voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?». (Apocalipsis 5, 2)

  • y exclamaban con voz potente: «El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza». (Apocalipsis 5, 12)

  • Y vi aparecer un caballo amarillo. Su jinete se llamaba «Muerte», y el Abismo de la muerte lo seguía. Y recibió poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, del hambre, de la peste y de las fieras salvajes. (Apocalipsis 6, 8)


“O Santo Rosário é a arma daqueles que querem vencer todas as batalhas.” São Padre Pio de Pietrelcina