Encontrados 42 resultados para: acompañado

  • Después de un tiempo, regresó Trifón, acompañado de Antíoco, que todavía era muy joven, y este ocupó el trono, ciñéndose la corona. (I Macabeos 11, 54)

  • Los sacerdotes del templo de Nanea habían expuesto esas riquezas con motivo de la visita que Antíoco debía hacer al recinto sagrado, acompañado de unas pocas personas. Pero apenas entró Antíoco, cerraron el templo, (II Macabeos 1, 15)

  • Así llevaban ahora, incapaz de valerse por sí mismo, al que poco antes había entrado al Tesoro, acompañado de numeroso séquito y de toda su escolta. Y todos reconocieron claramente la soberanía de Dios. (II Macabeos 3, 28)

  • durante diez meses tomé consistencia en su sangre, gracias al semen paterno y al placer que va acompañado del sueño. (Sabiduría 7, 2)

  • Desde Laquis, el rey de Asiria envió a Jerusalén, donde estaba Ezequías, al copero mayor acompañado de una fuerte escolta. Este se apostó junto al canal de la piscina superior, sobre la senda del campo del Tintorero. (Isaías 36, 2)

  • Tú quebrarás el cántaro a la vista de los hombres que te hayan acompañado, (Jeremías 19, 10)

  • Pero el rey Joaquím envió a Egipto a Elnatán acompañado de algunos hombres. (Jeremías 26, 22)

  • Vendrás de tu país, de los confines del norte, acompañado de pueblos numerosos, todos montados a caballo, con una enorme multitud y un ejército incontable. (Ezequiel 38, 15)

  • Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de una multitud con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. (Mateo 26, 47)

  • Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. (Marcos 10, 46)

  • Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. (Marcos 14, 43)

  • Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. (Marcos 16, 10)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina