Encontrados 162 resultados para: Tengo

  • Tengo que soportar la ira del Señor, porque he pecado contra él, hasta que él juzgue mi causa y me haga justicia. Él me hará salir a la luz y yo contemplaré su justicia. (Miqueas 7, 9)

  • Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección». (Mateo 3, 17)

  • Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. (Mateo 12, 18)

  • Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo». (Mateo 17, 5)

  • ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?". (Mateo 20, 15)

  • y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección». (Marcos 1, 11)

  • Inmediatamente el padre del niño exclamó: «Creo, ayúdame porque tengo poca fe». (Marcos 9, 24)

  • María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». (Lucas 1, 34)

  • y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección». (Lucas 3, 22)

  • Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: "Ve", él va; y a otro: "Ven", él viene; y cuando digo a mi sirviente: "¡Tienes que hacer esto!", él lo hace». (Lucas 7, 8)

  • Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», respondió él. (Lucas 7, 40)

  • De pronto, un hombre gritó: «Maestro, por favor, mira a mi hijo, el único que tengo. (Lucas 9, 38)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina