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Dios dijo a Noé: "He decidido acabar con todos los mortales, porque la tierra se ha llenado de violencia a causa de ellos. Por eso los voy a destruir junto con la tierra. (Génesis 6, 13)
Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento; yo les doy todo eso como antes les di los vegetales. (Génesis 9, 3)
Yo estableceré mi alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra". (Génesis 9, 11)
me acordaré de mi alianza con ustedes y con todos los seres vivientes, y no volverán a precipitarse las aguas del Diluvio para destruir a los mortales. (Génesis 9, 15)
Este, dijo Dios a Noé, es el signo de la alianza que establecí con todos los mortales". (Génesis 9, 17)
y en total, vivió novecientos cincuenta años. Al cabo de ellos, murió. (Génesis 9, 29)
y Resen, entre Nínive y Calaj. Está última era la capital. (Génesis 10, 12)
y murió en Ur de los caldeos, su país natal, mientras Téraj, su padre, aún vivía. (Génesis 11, 28)
El Señor dijo a Abrám: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. (Génesis 12, 1)
Entonces el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Admá, el rey de Seboím, y el rey de Belá -o Soar- avanzaron y presentaron batalla en el valle de Sidím (Génesis 14, 8)
Sarai dijo a Abrám: "Ya que el Señor me impide ser madre, únete a mi esclava. Tal vez por medio de ella podré tener hijos". Y Abrám accedió al deseo de Sarai. (Génesis 16, 2)
Abrám respondió a Sarai: "Puedes disponer de tu esclava. Trátala como mejor te parezca". Entonces Sarai la humilló de tal manera, que ella huyó de su presencia. (Génesis 16, 6)
