Encontrados 1628 resultados para: Son

  • Los nombres de los hijos de Israel -o sea, Jacob y sus hijos- que emigraron a Egipto son los siguientes: Rubén el primogénito de Jacob, (Génesis 46, 8)

  • Los hijos de Leví: Gersón, Quehat y Merarí. (Génesis 46, 11)

  • Estos son los hijos que Lía había dado a Jacob en Padán Arám, además de su hija Dina. Entre hombres y mujeres sumaban un total de treinta y tres personas. (Génesis 46, 15)

  • Estos son los hijos de Zilpá, la esclava que Labán había dado a su hija Lía. De ella le nacieron a Jacob estas dieciséis personas. (Génesis 46, 18)

  • Estos son los hijos de Raquel, que le nacieron a Jacob. En total, catorce personas. (Génesis 46, 22)

  • Estos son los descendientes de Bilhá, la esclava que Labán había dado a su hija Raquel. De ella le nacieron a Jacob estas siete personas. (Génesis 46, 25)

  • Toda la familia de Jacob que emigró a Egipto -sus propios descendientes, sin contar a las mujeres de sus hijos- sumaban un total de sesenta y seis personas. (Génesis 46, 26)

  • Incluyendo a José y a los dos hijos que este tuvo en Egipto, toda la familia de Jacob, cuando emigró a Egipto, sumaba un total de setenta personas. (Génesis 46, 27)

  • Ellos son pastores, y ya hace mucho tiempo que se dedican a cuidar el ganado. Ahora han traído sus ovejas, sus vacas y todo lo que poseen’. (Génesis 46, 32)

  • Pero pasó ese año, y al año siguiente vinieron otra vez y dijeron a José: "Ya se ha terminado todo el dinero y los animales te pertenecen. No podemos ocultarte que no queda nada a tu disposición, fuera de nuestras personas y nuestras tierras. (Génesis 47, 18)

  • Ahora bien, los dos hijos que tuviste en Egipto antes que yo viniera a reunirme contigo, serán mis hijos. Efraím y Manasés serán míos, como lo son Rubén y Simeón. (Génesis 48, 5)

  • Al ver a los hijos de José, Israel preguntó: "Y estos, ¿quiénes son?". (Génesis 48, 8)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina