Encontrados 1247 resultados para: Ram
Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son necesarios, (I Corintios 12, 22)
y los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, (I Corintios 12, 23)
Por otra parte, si al reunirse la asamblea, todos se ponen a hablar en un lenguaje incomprensible y entran algunos que no están iniciados o no son creyentes, seguramente pensarán que ustedes están locos. (I Corintios 14, 23)
se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales. Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual. (I Corintios 15, 44)
Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después. (I Corintios 15, 46)
Les aseguro, hermanos, que lo puramente humano no puede tener parte en el Reino de Dios, ni la corrupción puede heredar lo que es incorruptible. (I Corintios 15, 50)
Él nos libró y nos librará de ese peligro mortal. Sí, esperamos que también nos librará en el futuro. (II Corintios 1, 10)
Este es para nosotros un motivo de orgullo: el testimonio que nos da nuestra conciencia de que siempre, y particularmente en relación con ustedes, nos hemos comportado con la santidad y la sinceridad que proceden de Dios, movidos, no por una sabiduría puramente humana, sino por la gracia de Dios. (II Corintios 1, 12)
Al proponerme esto, ¿obré precipitadamente?, ¿o bien mis proyectos estaban fundados en motivos puramente humanos, de manera que yo digo al mismo tiempo «sí» y «no»? (II Corintios 1, 17)
Verdaderamente les escribí con gran aflicción y angustia, y con muchas lágrimas, no para entristecerlos, sino para demostrarles el profundo afecto que les tengo. (II Corintios 2, 4)
porque nosotros caminamos en la fe y todavía no vemos claramente. (II Corintios 5, 7)
Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así. (II Corintios 5, 16)