Encontrados 229 resultados para: Josué

  • Cuando se notificó a Josué que habían encontrado a los cinco reyes escondidos en esa caverna, (Josué 10, 17)

  • Y cuando Josué y los israelitas los derrotaron por completo, hasta aniquilarlos -sólo algunos fugitivos habían escapado de ellos y se habían refugiado en las ciudades fortificadas- (Josué 10, 20)

  • todo el ejército regresó sano y salvo al campamento de Josué, en Maquedá. Nadie había podido causar el menor daño a los israelitas. (Josué 10, 21)

  • Entonces Josué dijo: "Despejen la abertura de la caverna, hagan salir a esos cinco reyes, y tráiganlos aquí". (Josué 10, 22)

  • y una vez que los tuvieron afuera, se los llevaron a Josué. Este convocó a todos los hombres de Israel y dijo a los oficiales que lo habían acompañado: "Acérquense y pongan sus pies sobre la nuca de estos reyes". Ellos se acercaron y les pusieron el pie sobre la nuca. (Josué 10, 24)

  • Después de esto, Josué los mandó matar y los hizo colgar de cinco árboles. Allí quedaron suspendidos hasta la tarde, (Josué 10, 26)

  • y a la puesta del sol, Josué mandó que los descolgaran de los árboles. Luego los arrojaron en la cueva donde habían estado escondidos, y a la entrada de la misma, pusieron grandes piedras que todavía están allí. (Josué 10, 27)

  • Aquel mismo día, Josué se apoderó de Maquedá y pasó al filo de la espada a la ciudad y a su rey, consagrándolos al exterminio junto con todos los seres vivientes que había en ella. No dejó a nadie con vida, y trató al rey de Maquedá como había tratado al rey de Jericó. (Josué 10, 28)

  • Luego Josué, con todo Israel, pasó de Maquedá a Libná y la atacó. (Josué 10, 29)

  • Después Josué, con todo Israel, pasó de Libná a Laquís, la asedió y la atacó. (Josué 10, 31)

  • Mientras tanto, Horám, rey de Guézer, subió en ayuda de Laquís; pero Josué lo derrotó, a él y a su ejército, hasta no dejar ningún sobreviviente. (Josué 10, 33)

  • Luego Josué, con todo Israel, pasó de Laquís a Eglón. La sitiaron, la atacaron, (Josué 10, 34)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina