Encontrados 103 resultados para: Inteligencia

  • inunda de inteligencia como el Éufrates y como el Jordán en los tiempos de la cosecha; (Eclesiástico 24, 26)

  • Si un hombre es sabio para sí mismo, los frutos de su inteligencia están en su boca y son dignos de fe. (Eclesiástico 37, 22)

  • Un hombre sabio instruye a su propio pueblo y los frutos de su inteligencia son dignos de fe. (Eclesiástico 37, 23)

  • Si el gran Señor así lo desea, será colmado del espíritu de inteligencia: derramará como lluvia sus sabias palabras y celebrará al Señor con su plegaria; (Eclesiástico 39, 6)

  • Muchos alabarán su inteligencia, que nunca caerá en el olvido; su recuerdo no se borrará jamás y su nombre vivirá para siempre. (Eclesiástico 39, 9)

  • Algunos ejercieron la autoridad real y se hicieron famosos por sus proezas; otros fueron consejeros por su inteligencia, transmitieron oráculos proféticos, (Eclesiástico 44, 3)

  • guiaron al pueblo con sus consejos, con su inteligencia para instruirlo y con las sabias palabras de su enseñanza; (Eclesiástico 44, 4)

  • ¡Qué sabio eras en tu juventud, desbordabas de inteligencia como un río! (Eclesiástico 47, 14)

  • Salomón fue a descansar con sus padres, dejando después de él a uno de su estirpe, al más insensato del pueblo, un hombre sin inteligencia: a Roboám, que arrastró al pueblo a la rebelión. (Eclesiástico 47, 23)

  • Hacia ella dirigí mi alma y, conservándome puro, la encontré. Con ella adquirí inteligencia desde el comienzo, por eso no seré abandonado. (Eclesiástico 51, 20)

  • Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor (Isaías 11, 2)

  • Al secarse, se quiebran las ramas, y vienen mujeres a prenderles fuego. Porque este es un pueblo sin inteligencia: por eso su Creador no le tiene compasión, el que lo formó no se apiada de él. (Isaías 27, 11)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina