Encontrados 156 resultados para: Gracia
Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. (Números 6, 25)
Rut se postró con el rostro en tierra y exclamó: "¿Por qué te he caído en gracia para que te fijes en mí, si no soy más que una extranjera?". (Rut 2, 10)
Pero David insistió: "Tu padre sabe muy bien que yo te he caído en gracia, y habrá pensado: ‘Que Jonatán no se entere, no sea que se entristezca’. Sin embargo, ¡por la vida del Señor y por tu propia vida, estoy a un paso de la muerte!". (I Samuel 20, 3)
Pero ahora, hace muy poco tiempo, el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido la gracia de dejarnos un resto de sobrevivientes y de darnos un refugio en su Lugar santo. Así nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud. (Esdras 9, 8)
¡Bendito seas por haberte compadecido de estos dos hijos únicos! ¡Manifiéstales, Señor, tu misericordia y tu salvación, y concédeles una vida llena de alegría y de gracia!". (Tobías 8, 17)
La joven le cayó en gracia y se ganó su favor. Por eso, él le entregó de inmediato las cremas de belleza, fijó su régimen de comida y le asignó las siete doncellas más distinguidas del palacio real. Luego la trasladó con sus doncellas al mejor departamento del harén. (Ester 2, 9)
También le dio una copia del texto del decreto que se había promulgado en Susa ordenando ese exterminio. Él debía mostrárselo a Ester, informarla de todo y ordenarle que se presentara ante el rey para implorarle gracia y suplicarle en favor de su pueblo. (Ester 4, 8)
Muestra las maravillas de tu gracia, tú que salvas de los agresores a los que buscan refugio a tu derecha. (Salmos 17, 7)
Sí, el rey confía en el Señor y con la gracia del Altísimo no vacilará. (Salmos 21, 8)
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. (Salmos 23, 6)
Yo, en cambio, procedo íntegramente: líbrame y concédeme tu gracia. (Salmos 26, 11)
Pero eras tú, Señor, con tu gracia, el que me afirmaba sobre fuertes montañas, y apenas ocultaste tu rostro, quedé conturbado. (Salmos 30, 8)