Encontrados 58 resultados para: Doscientos

  • y que una parte pertenecía a Hircano, hijo de Tobías, que era un personaje de posición muy elevada. Contrariamente a la calumniosa denuncia de Simón, el total ascendía a cuatrocientos talentos de plata y doscientos de oro. (II Macabeos 3, 11)

  • Como se trataba de una decisión unánime de toda la ciudad, los judíos aceptaron la invitación, porque deseaban vivir en paz y no tenían ninguna sospecha. Pero una vez que estuvieron en alta mar, los tiraron al agua: así murieron alrededor de doscientos. (II Macabeos 12, 4)

  • Mi viña es sólo para mí, para ti, Salomón, son los mil siclos, y doscientos para los cuidadores. (Cantar 8, 12)

  • Midió con la vara de medir el lado oriental: doscientos cincuenta metros. Se volvió (Ezequiel 42, 16)

  • y midió el lado septentrional: doscientos cincuenta metros. Se volvió (Ezequiel 42, 17)

  • hacia el lado meridional y lo midió: doscientos cincuenta metros. (Ezequiel 42, 18)

  • Se volvió hacia el lado occidental y lo midió: doscientos cincuenta metros. (Ezequiel 42, 19)

  • Él midió los cuatro costados, y allí había un muro circundante de doscientos cincuenta metros de largo por doscientos cincuenta de ancho, para separar lo sagrado de lo profano. (Ezequiel 42, 20)

  • De allí se destinará para el Santuario un cuadrado de doscientos cincuenta metros de cada lado, con una zona de veinticinco metros alrededor de él. (Ezequiel 45, 2)

  • Se reservará una cabeza de ganado menor por cada rebaño de doscientos animales, entre los rebaños de Israel, para la oblación, el holocausto y los sacrificios de comunión, como expiación en favor de ellos -oráculo del Señor-. (Ezequiel 45, 15)

  • Estas son las salidas de la ciudad. El lado septentrional medirá dos mil doscientos cincuenta metros. (Ezequiel 48, 30)

  • El lado meridional medirá dos mil doscientos cincuenta metros y tendrá tres puertas: la puerta de Simeón, la de Isacar y la de Zabulón. (Ezequiel 48, 33)


“Mantenha-se sempre muito unido à Igreja Católica, pois somente ela pode lhe dar a verdadeira paz, porque somente ela possui Jesus Sacramentado que é o verdadeiro príncipe da paz.” São Padre Pio de Pietrelcina