Encontrados 28 resultados para: Despreciado
Pero tú te has irritado contra tu Ungido, lo has rechazado y despreciado; (Salmos 89, 39)
por haber desafiado las órdenes de Dios y despreciado el designio del Altísimo. (Salmos 107, 11)
¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, raza de malhechores, hijos pervertidos! ¡Han abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han vuelto atrás! (Isaías 1, 4)
Así habla el Señor, el redentor y el Santo de Israel, al que es despreciado, al abominado de la gente, al esclavo de los déspotas: Al verte, los reyes se pondrán de pie, los príncipes se postrarán, a causa del Señor, que es fiel, y del Santo de Israel, que te eligió. (Isaías 49, 7)
Y ahora, ¿qué tengo que hacer yo aquí -oráculo del Señor-, ya que mi Pueblo ha sido deportado por nada? Sus dominadores lanzan alaridos -oráculo del Señor- y todo el día, sin cesar, es despreciado mi Nombre. (Isaías 52, 5)
Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. (Isaías 53, 3)
Escucha, tierra: Yo atraigo sobre este pueblo una desgracia, fruto de sus propios designios, porque no han atendido a mis palabras y han despreciado mi Ley. (Jeremías 6, 19)
Los sabios se cubrirán de vergüenza, quedarán espantados, atrapados. Ellos han despreciado la palabra del Señor: ¿qué sabiduría es entonces la de ellos? (Jeremías 8, 9)
Pero ella se rebeló contra mis leyes con una maldad mayor que la de las naciones, y contra mis preceptos, más que los países que la rodean. Sí, han despreciado mis leyes y no han seguido mis preceptos. (Ezequiel 5, 6)
Yo obré así, porque habían despreciado mis leyes, no habían seguido mis preceptos y habían profanado mis sábados, por el apego que tenían a sus ídolos. (Ezequiel 20, 16)
ya que no habían practicado mis leyes, habían despreciado mis preceptos y profanado mis sábados, y tenían la mirada puesta en los ídolos de sus padres. (Ezequiel 20, 24)
¡Yo te hago pequeño entre los pueblos, tú eres el más despreciado! (Abdías 1, 2)