Encontrados 237 resultados para: Comer

  • También deberán considerar inmundas -y por lo tanto, no las podrán comer- a las siguientes aves: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, (Levítico 11, 13)

  • Pero podrán comer, entre los animales de esta clase, todos aquellos que tienen más largas las patas de atrás, y por eso pueden saltar sobre el suelo, (Levítico 11, 21)

  • Si muere un animal que ustedes pueden comer, el que toque el cadáver será impuro hasta la tarde. (Levítico 11, 39)

  • Así se establecerá una distinción entre lo puro y lo impuro, y entre los seres vivientes que está permitido comer y los que no pueden ser comidos. (Levítico 11, 47)

  • Y si cualquier israelita o cualquiera de los extranjeros que residen en medio de ustedes, caza un animal o un pájaro de esos que está permitido comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. (Levítico 17, 13)

  • Cuando entren en la tierra y planten árboles frutales de todas clases, deberán considerar sus frutos como algo prohibido: durante tres años los dejarán incircuncisos, y no se los podrá comer. (Levítico 19, 23)

  • Y sólo en el quinto año, podrán comer los frutos y almacenar el producto para provecho de ustedes mismos. Yo soy el Señor, su Dios. (Levítico 19, 25)

  • Podrá comer, en cambio, el alimento de su Dios, tanto las cosas santísimas como las santas. (Levítico 21, 22)

  • Ningún descendiente de Aarón que sea leproso o padezca de blenorrea, podrá comer de los dones sagrados hasta que quede purificado. Si alguien toca lo que se ha vuelto impuro a causa de un cadáver, o si tiene una eyaculación, (Levítico 22, 4)

  • Al ponerse el sol quedará puro, y entonces podrá comer de las cosas sagradas, porque son su alimento. (Levítico 22, 7)

  • Ningún extraño podrá comer de las cosas sagradas, ni tampoco lo harán el huésped o el jornalero de un sacerdote. (Levítico 22, 10)

  • Pero si un sacerdote adquiere con su dinero un esclavo, este podrá comer de las cosas sagradas; y también los esclavos nacidos en su casa podrán comer de su pan. (Levítico 22, 11)


“Não se fixe voluntariamente naquilo que o inimigo da alma lhe apresenta.” São Padre Pio de Pietrelcina