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  • Aunque espero ir a verte pronto, te escribo estas cosas (I Timoteo 3, 14)

  • Reflexiona sobre estas cosas y dedícate enteramente a ellas, para que todos vean tus progresos. (I Timoteo 4, 15)

  • Delante de Dios, de Jesucristo y de sus ángeles elegidos, te ordeno que observes estas indicaciones, sin prejuicios y procediendo con imparcialidad. (I Timoteo 5, 21)

  • Por eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna. (II Timoteo 2, 10)

  • No dejes de enseñar estas cosas, ni de exhortar delante de Dios a que se eviten las discusiones inútiles, que sólo sirven para perdición de quienes las escuchan. (II Timoteo 2, 14)

  • Pero tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido. (II Timoteo 3, 14)

  • no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor. (Filemon 1, 16)

  • De hecho, Jesús, de quien se dicen estas cosas, pertenecía a una tribu que no era la de Leví, ninguno de cuyos miembros se dedicó al servicio del altar. (Hebreos 7, 13)

  • Estas palabras una vez más quieren decir que las cosas que se conmueven van a cambiar -porque son creadas- para que permanezcan las que son inconmovibles. (Hebreos 12, 27)

  • Les escribo estas palabras por medio de Silvano, a quien considero un hermano fiel, para exhortarlos y atestiguar que esta es la verdadera gracia de Dios: permanezcan adheridos a ella. (I Pedro 5, 12)

  • Porque si ustedes poseen estas cosas en abundancia, no permanecerán inactivos ni estériles en lo que se refiere al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. (II Pedro 1, 8)

  • Por eso yo les recordaré siempre estas cosas, aunque ustedes ya las saben y están bien convencidos de la verdad que ahora poseen. (II Pedro 1, 12)


“Deus quer que as suas misérias sejam o trono da Sua misericórdia.” São Padre Pio de Pietrelcina