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Entonces Jacob dijo a sus familiares y a todos los demás que estaban con él: "Dejen de lado todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa. (Génesis 35, 2)
Ellos entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían consigo y los aros que llevaban en sus orejas, y Jacob los enterró debajo de la encina que está cerca de Siquém. (Génesis 35, 4)
Después Esaú tomó a sus mujeres, a sus hijos e hijas, y a toda su servidumbre, su ganado, todos sus animales, y todos sus bienes que había adquirido en Canaán, y emigró a Seír, lejos de su hermano Jacob. (Génesis 36, 6)
su patrón lo miró con buenos ojos y lo nombró su mayordomo, poniéndolo al frente de su casa y confiándole la administración de todos sus bienes. (Génesis 39, 4)
Este confió a José todos los presos que había en la cárcel, y él dirigía todo lo que allí se hacía. (Génesis 39, 22)
Ellos le respondieron: "Hemos tenido un sueño, y aquí no hay nadie que lo interprete". José les dijo: "La interpretación es obra de Dios; pero de todos modos cuéntenme lo que soñaron". (Génesis 40, 8)
En la canasta más elevada, había de todos los productos de panadería que come el Faraón, y los pájaros comían de esa canasta que estaba encima de mi cabeza". (Génesis 40, 17)
Efectivamente, al tercer día se festejaba el cumpleaños del Faraón, y este agasajó con un banquete a todos sus servidores. Entonces reconsideró las causas del copero mayor y del panadero mayor en medio de sus servidores, (Génesis 40, 20)
A la mañana siguiente, el Faraón se sintió muy preocupado y mandó llamar a todos los magos y sabios de Egipto, para contarles sus sueños. Pero nadie se los pudo interpretar. (Génesis 41, 8)
La respuesta agradó al Faraón y a todos sus servidores. (Génesis 41, 37)
y él reunió todos los víveres recogidos en esos siete años y los almacenó en las ciudades, depositando en cada una las cosechas de los campos vecinos. (Génesis 41, 48)
y comenzaron los siete años de hambre, como José lo había anticipado. En todos los países se sufría hambre, pero en Egipto había alimentos. (Génesis 41, 54)