Encontrados 177 resultados para: �Haya

  • Toda montura sobre la que haya montado el enfermo, será impura. (Levítico 15, 9)

  • Cualquiera que toque algún objeto que haya estado debajo de él, será impuro hasta la tarde. Y el que transporte ese objeto, deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde. (Levítico 15, 10)

  • El que haya sido tocado por alguien que padece de ese flujo y no se haya lavado cuidadosamente las manos, deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde. (Levítico 15, 11)

  • La ropa o el cuero sobre los que se haya derramado el semen, deberá ser lavado con agua y será impuro hasta la tarde. (Levítico 15, 17)

  • El que toque algún mueble sobre el que ella se haya sentado, deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde. (Levítico 15, 22)

  • Presentará el chivo que la suerte haya destinado al Señor, y lo ofrecerá como sacrificio por el pecado. (Levítico 16, 9)

  • Cuando haya terminado de practicar el rito de expiación por el Santuario, por la Carpa del Encuentro y por el altar, presentará el chivo que todavía está vivo. (Levítico 16, 20)

  • El sacerdote que haya sido consagrado por la unción e investido para ejercer el sacerdocio como sucesor de su padre, realizará el rito de expiación: se pondrá las vestiduras de lino -las vestiduras sagradas- (Levítico 16, 32)

  • No tendrás relaciones con tu hermana, sea hija de tu padre o de tu madre, sea que haya nacido en la casa o fuera de ella. (Levítico 18, 9)

  • Si un hombre se casa con una mujer y con la madre de esta, lo que hace es una depravación: tanto él como ellas serán quemados, para que no haya tal depravación entre ustedes. (Levítico 20, 14)

  • no entrará donde haya un cadáver ni incurrirá en impureza, aunque sea por su padre o por su madre. (Levítico 21, 11)

  • fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él haya causado al otro. (Levítico 24, 20)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina