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Abigaíl tomó, rápidamente, doscientos panes, dos garrafas de vino, cinco corderos preparados, cinco cargas de trigo tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos. Cargó todo sobre burros (1 Samuel 25, 18)
Devastaba la comarca y no dejaba con vida hombre ni mujer; se apoderaba de las ovejas, bueyes, burros, camellos y vestidos, y volvía donde Aquís. (1 Samuel 27, 9)
David le contestó: «Ahora vas a ver lo que hará tu servidor.» Y dijo Aquís: «Muy bien, te haré jefe de mi guardia para siempre.» (1 Samuel 28, 2)
También habían sido llevadas cautivas las dos esposas de David, Ajinoam y Abigaíl. (1 Samuel 30, 5)
y, además, un pastel de higos y dos racimos de uvas pasas. Cuando hubo comido, le volvió el ánimo, ya que no había comido ni bebido en tres días. (1 Samuel 30, 12)
David le dijo: «Si vas conmigo, serás para mí una carga. (2 Samuel 15, 33)
Me serás más útil si vuelves a la ciudad y vas a decir a Absalón: «Señor, mi rey, así como serví antes a tu padre, así quiero ahora servirte a ti.» Y luego te opondrás a los planes de Ajitofel y aconsejarás lo que a mí me conviene. (2 Samuel 15, 34)
Apenas pasó David la cumbre, vino a su encuentro Sibá, servidor de Mipibaal, con un par de burros cargados con doscientos panes, cien racimos de uvas pasas, cien frutas de la estación y un botellón de vino. (2 Samuel 16, 1)
trajeron colchones, mantas y vasijas, así como trigo, cebada, harina, granos tostados, habas, lentejas, (2 Samuel 17, 28)
El es la roca en que me asilo, mi escudo, mi salvación, mi fortaleza y mi refugio. Tú, mi Salvador, me salvas de la violencia. (2 Samuel 22, 3)
Tú que salvas al pueblo humillado y humillas a los ojos altaneros. (2 Samuel 22, 28)
Tú me salvas de mis enemigos. Tú me elevas por encima de mis agresores y me libras de los hombres violentos. (2 Samuel 22, 49)