Encontrados 44 resultados para: toque
El que en el campo toque a alguien que haya muerto, o huesos humanos o una tumba, quedará impuro durante siete días. (Números 19, 16)
Todo lo que toque el impuro quedará impuro, y el que toque eso quedará impuro hasta la tarde. (Números 19, 23)
Si tú, señor, lo permites, nosotros, tus servidores, buscaremos un hombre que sepa tocar la cítara para que cuando te atormente el espíritu malo de Dios, toque y sientas alivio.» (1 Samuel 16, 16)
Después lo proclamarán como rey, al toque de trompetas. De vuelta, vendrá él delante de todos ustedes y se sentará en mi trono. El es quien reinará en mi lugar, y es a él a quien he puesto como jefe de Israel y Judá.» (1 Reyes 1, 35)
Cuando se oyó el toque de la trompeta, todo el pueblo empezó a dar vivas al rey Salomón. Después Salomón se puso a la cabeza de un desfile, y subieron todos tocando flautas y lanzando aclamaciones de alegría; era tal el estruendo que hacía estremecer la tierra. (1 Reyes 1, 40)
Ahora tráiganme alguien que toque el arpa.» En cuanto tocó el músico, la mano de Yavé fue sobre Eliseo, quien dijo: (2 Reyes 3, 15)
El rey ordenó: «Dejen en paz la tumba, y que nadie toque sus huesos.» Y sus huesos, junto con los del profeta de Samaria, no fueron tocados. (2 Reyes 23, 18)
Aunque se eleve hasta los cielos y toque las nubes con la cabeza, (Job 20, 6)
y Báquides estaba en el ala derecha. Al toque de trompetas avanzaron por ambos lados. Los judíos tocaron también las trompetas. (1 Macabeos 9, 12)
De tal manera que cuando castigas a nuestros enemigos con moderación, lo haces para que aprendamos, para que pensemos en tu bondad cuando nos toque ser jueces, y para que confíemos en tu misericordia cuando seamos juzgados. (Sabiduría 12, 22)
«¡Ay, qué dolores en todo mi interior, me duele el corazón! Me palpita tan fuerte que no puedo callarme. ¿No oyes, alma mía, el toque del clarín y el estruendo de la guerra? (Jeremías 4, 19)
y sostienen, por el contrario: «No, que es a Egipto adonde queremos ir, pues allí no veremos más la guerra, ni oiremos el toque del clarín, ni sufriremos de falta de paz; es allí donde queremos morar», (Jeremías 42, 14)