Encontrados 54 resultados para: tesoros

  • y saca de los tesoros del rey lo que sea necesario para los otros gastos que has de hacer para la Casa de tu Dios. (Esdras 7, 20)

  • Es buena la oración con ayuno, limosna y justicia. Es mejor tener poco con honradez que mucho con injusticia. Es mejor dar al pobre que amontonar tesoros, (Tobías 12, 8)

  • Se adueñó también de la plata, oro, objetos de valor y de cuantos tesoros ocultos pudo encontrar. (1 Macabeos 1, 23)

  • ¿Qué pueblo no ha recibido algo de sus tesoros y no se ha adueñado de sus despojos? (1 Macabeos 2, 10)

  • Abrió sus tesoros y pagó a la tropa el sueldo de un año, ordenando que estuvieran preparados para cualquier acontecimiento. (1 Macabeos 3, 28)

  • Pero se dio cuenta que el dinero faltaba en sus tesoros y que los impuestos de la provincia habían bajado debido a las divisiones y miserias que él mismo había causado en el país, al cambiar las leyes vigentes desde los primeros tiempos. (1 Macabeos 3, 29)

  • Apolonio se entrevistó con el rey y lo informó de las citadas riquezas; éste mandó a Heliodoro, encargado de sus negocios, con una carta que lo autorizaba para trasladar aquellos tesoros. (2 Macabeos 3, 7)

  • Pero Heliodoro, siguiendo las órdenes reales, sostenía que todos aquellos tesoros debían pasar a manos del rey. (2 Macabeos 3, 13)

  • Simón, antes mencionado, delator de los tesoros del Templo y traidor a la patria, calumniaba a Onías como si él hubiera maquinado lo que había espantado a Heliodoro y fuera la causa de lo que andaba mal. (2 Macabeos 4, 1)

  • Los tesoros mal adquiridos no se aprovechan; una vida honrada, en cambio, libra de la muerte. (Proverbios 10, 2)

  • Más vale tener poco y temer a Yavé, que guardar tesoros y no tener paz. (Proverbios 15, 16)

  • La sabiduría guarda entre sus tesoros máximas de rico contenido; pero el pecador no se preocupa de las cosas de Dios. (Sirácides (Eclesiástico) 1, 25)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina