Encontrados 180 resultados para: serpiente de bronce

  • El que cava un hoyo, se puede caer en él; el que derriba un muro, puede ser que lo muerda la serpiente; (Eclesiastés (Qohelet) 10, 8)

  • Pero tal vez la serpiente no se deja encantar y muerde: en ese caso el encantador no habrá ganado nada. (Eclesiastés (Qohelet) 10, 11)

  • No reflexiona que tendrá que morir y que su vida es breve: sólo piensa en rivalizar con los orfebres y los fundidores de plata, imita a los que cuelan el bronce y se gloría de fabricar cosas falsas. (Sabiduría 15, 9)

  • En efecto, cualquiera que se volvía al objeto de bronce se salvaba, no por lo que tenía a su vista, sino por ti, el Salvador de todos. (Sabiduría 16, 7)

  • Aunque no hubiera nada que temer, el simple paso de un animal o el silbido de una serpiente bastaba para aterrorizarlos; se morían en convulsiones de miedo, no atreviéndose a mirar ese aire que nos rodea y del cual nadie podría huir. (Sabiduría 17, 9)

  • No te fíes nunca de tu enemigo: su maldad permanece igual como el bronce bajo el óxido. (Sirácides (Eclesiástico) 12, 10)

  • Aunque se haga el humilde y se acerque agachado, mantente en guardia y desconfía de él; actúa con él como el artesano que pule un espejo de bronce y que sabe que el óxido no se resistirá hasta el fin. (Sirácides (Eclesiástico) 12, 11)

  • ¿Quién se compadecerá del encantador mordido por una serpiente, o de cualquier otro que se acerca a animales peligrosos? (Sirácides (Eclesiástico) 12, 13)

  • Huye del pecado como lo harías de una serpiente: si te acercas, te muerde; tiene dientes de león y destruye vidas humanas. (Sirácides (Eclesiástico) 21, 2)

  • No hay cabeza más temible que la de una serpiente, ni peor furor que el de una persona enemiga. (Sirácides (Eclesiástico) 25, 15)

  • porque su yugo es un yugo de hierro, y sus cadenas, cadenas de bronce. (Sirácides (Eclesiástico) 28, 20)

  • «No te alegres tanto, Filistea, porque se quebró el bastón que te pegaba; pues del huevo de la culebra saldrá una víbora, que, a su vez, tendrá una serpiente voladora. (Isaías 14, 29)


“Pense na felicidade que está reservada para nós no Paraíso”. São Padre Pio de Pietrelcina