Encontrados 76 resultados para: salvo

  • Me sacó al espacio abierto, me salvó, porque me ama. (2 Samuel 22, 20)

  • A los tres días de mi parto, también esta mujer tuvo un hijo. No había ningún extraño en casa, salvo nosotras dos. (1 Reyes 3, 18)

  • Cada uno empezó a matar al que se le ponía delante y los arameos dieron vuelta. Israel los persiguió. A Ben-Hadad lo salvó su caballo y se dio a la fuga junto con otros. (1 Reyes 20, 20)

  • Pero Josaba, hermana de Ocozías, tomó a Joás, su sobrino, y lo sacó de entre los hijos del rey a los que estaban matando, y lo puso con su nodriza, en el dormitorio. Así lo ocultó a la vista de Atalía y el niño se salvó. (2 Reyes 11, 2)

  • Resulta que en ese momento unas personas estaban sepultando a un difunto, cuando divisaron a los moabitas. De prisa tiraron el cadáver al sepulcro de Eliseo y se pusieron a salvo. Pero el hombre, al tocar los huesos de Eliseo, cobró vida y se puso de pie. (2 Reyes 13, 21)

  • Yavé no había decidido borrar el nombre de Israel de debajo de los cielos y los salvó por mano de Jeroboam, hijo de Joás. (2 Reyes 14, 27)

  • Un día que estaba arrodillado en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adrammélec y Saréser lo asesinaron a puñaladas y luego se pusieron a salvo en el país de Ararat. Le sucedió en el trono su hijo Asarjadón. (2 Reyes 19, 37)

  • Cuando Josafat, rey de Judá, regresaba sano y salvo a su casa, a Jerusalén, (2 Crónicas 19, 1)

  • Así salvó Yavé a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de Asur, y de la mano de todos sus enemigos, y les dio paz por todos lados. (2 Crónicas 32, 22)

  • Tobit exclamó: «Que te conserves sano y salvo, hermano. No te enojes porque he querido conocer la verdad acerca de tu familia. Eres de nuestra parentela, de clase buena y honrada. Conozco a Ananías y a Natán, hijos de Semeías, el grande. Ibamos a Jerusalén y rezábamos juntos allí; ellos nunca cayeron en el error cuando se desviaron sus hermanos; tus hermanos son buenos, tu raza es noble. ¡Bien venido seas!» (Tobías 5, 14)

  • Tobit le respondió: «No pienses eso, que así como se fue, volverá, y el día de su regreso lo verás sano y salvo junto a ti. (Tobías 5, 21)

  • Me ha devuelto sano y salvo, atendió a mi esposa, me guió para recuperar el dinero que tú habías prestado y sanó tu ceguera.» (Tobías 12, 3)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina