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  • Y luego, a los siete días, comenzaron a caer sobre la tierra las aguas del diluvio. (Génesis 7, 10)

  • Cuando Noé contaba seiscientos años de vida, el día diecisiete del segundo mes del año, brotaron todos los manantiales del fondo del mar, mientras se abrían las compuertas del cielo. (Génesis 7, 11)

  • Así perecieron todos los vivientes que había sobre la tierra, desde el hombre hasta los animales, los reptiles y las aves del cielo. Todos fueron borrados de la superficie de la tierra. Sólo sobrevivieron Noé y los que estaban con él en el arca. (Génesis 7, 23)

  • El día diecisiete del séptimo mes, el arca descansó sobre los montes de Ararat. (Génesis 8, 4)

  • Y las aguas siguieron bajando hasta el mes décimo, hasta que el día primero de ese mes aparecieron las cumbres de los montes. (Génesis 8, 5)

  • Entonces Noé soltó a la paloma, para ver si las aguas se habían retirado de la superficie de la tierra. (Génesis 8, 8)

  • Esperó siete días más y de nuevo soltó a la paloma fuera del arca. (Génesis 8, 10)

  • Todavía esperó otros siete días más y soltó a la paloma, que ya no regresó más al arca. (Génesis 8, 12)

  • El día ventisiete del segundo mes, la tierra estaba ya seca. (Génesis 8, 14)

  • Mientras dure la tierra, habrá siembra y cosecha, pues nunca cesarán ni el frío ni el calor, ni el verano ni el invierno ni los días ni las noches.» (Génesis 8, 22)

  • Teman y tiemblen ante ustedes todos los animales de la tierra y todas las aves del cielo. Pongo a su disposición cuanto se mueve sobre la tierra y todos los peces del mar. (Génesis 9, 2)

  • Pero también reclamaré la sangre de ustedes como si fuera su alma. Pediré cuenta de ella a cualquier animal. Y también el hombre deberá responder de la sangre de cualquier hombre, hermano suyo. (Génesis 9, 5)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina