Encontrados 80 resultados para: puedo

  • Urías le respondió: «El Arca, Israel y Judá viven en tiendas de cam paña; mi general Joab y sus oficiales acampan al aire libre; ¿cómo puedo yo ir a mi casa para comer, beber y dormir con mi esposa? Por Yavé y por tu vida, que no haré tal cosa.» (2 Samuel 11, 11)

  • Pero aho ra que murió, ¿por qué voy a ayunar? ¿Puedo hacer que vuelva? Yo iré donde él, pero él no volverá a mí.» (2 Samuel 12, 23)

  • Tengo ochenta años. Ya no distingo lo bueno y lo malo. Ya no saboreo ni lo que como ni lo que bebo, ni siquiera puedo oír la voz de los cantores. (2 Samuel 19, 36)

  • Pero el hombre contestó: «No puedo volver contigo y entrar en tu casa, (1 Reyes 13, 16)

  • ni puedo comer pan ni beber agua en este lugar, ni puedo volver por el mismo camino que he llegado, pues así me lo ordenó Yavé.» (1 Reyes 13, 17)

  • El rey, pues, llamó a los mensajeros de Ben-Hadad para decirles: «Digan a mi señor el rey que acepto darle lo que me pidió la primera vez, pero que no puedo consentir lo que ahora me pide.» Y los mensajeros se fueron con esta respuesta. (1 Reyes 20, 9)

  • Eliseo dijo: «¿Qué puedo hacer por ti? Dime lo que tienes en tu casa.» Ella respondió: «No tengo absolutamente nada más que un poco de aceite para el aseo.» (2 Reyes 4, 2)

  • El rey respondió: «¿En qué te puedo ayudar? Si Yavé no te da pan, ¿de dónde lo voy a sacar? ¿Qué te ocurre?» (2 Reyes 6, 27)

  • Salomón hizo subir a la hija del faraón desde la ciudad de David a la casa que había edificado para ella; pues se decía: «No puedo dejar a una mujer en la casa de David, rey de Israel; porque los lugares donde ha estado el Arca de Yavé son sagrados.» (2 Crónicas 8, 11)

  • Ragüel, que oyó esto, dijo al joven: «Come y bebe tranquilo, porque eres el único que tiene derecho a casarse con mi hija; no puedo darla a otro sino a ti, ya que eres mi pariente más cercano. Ahora debo decirte la verdad: (Tobías 7, 10)

  • Por otra parte, eres testigo del juramento de Ragüel, que no puedo quebrantar.» Rafael salió para Ragués de Media y se hospedó en casa de Gabael. Le presentó el recibo y Gabael le entregó todos los sacos de dinero que estaban sellados. (Tobías 9, 5)

  • Ana se echó al cuello de su hijo, diciendo: «Por fin te he vuelto a ver, hijo. ¡Ahora ya puedo morir!» (Tobías 11, 9)


“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina