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Labán lo llamó Yegar-Saaduta, pero Jacob lo llamó Galed. (Génesis 31, 47)
Yo no soy digno de todos los favores que me has hecho, ni de la gran bondad que has tenido conmigo. Porque al partir, cuando atravesé el Jordán, no tenía más que mi bastón. Pero ahora, al volver, tengo suficiente como para hacer dos campamentos. (Génesis 32, 11)
Pero eres tú quien me dijo: Te colmaré de bienes y tu descendencia será como la arena del mar, que nadie puede contar.» (Génesis 32, 13)
Pero Jacob contestó: «No, por favor. Si realmente me quieres, acepta el regalo que te ofrezco, pues me he presentado ante ti como ante Dios, y tú me has acogido. (Génesis 33, 10)
Pero se quedó prendado de Dina, hija de Jacob, se enamoró de la joven y le habló de amor. (Génesis 34, 3)
Jacob se enteró de que su hija Dina había sido deshonrada, pero como sus hijos estaban en el campo con su rebaño, no dijo nada hasta que regresaron. (Génesis 34, 5)
Impónganme un precio y regalos de valor, y yo les pagaré lo que quieran, pero denme a la muchacha por esposa.» (Génesis 34, 12)
Pero si no nos hacen caso y no se circuncidan, tomaremos a nuestra hermana y nos iremos.» (Génesis 34, 17)
pero ellos ponen una condición para quedarse con nosotros y formar un solo pueblo, y es que todos los varones nos hagamos circuncidar, tal como lo hacen ellos. (Génesis 34, 22)
Pero ellos respondieron: «¿Ibamos a dejar que nuestra hermana fuera tratada como una prostituta?» (Génesis 34, 31)
diciendo: «Tu nombre es Jacob, pero desde ahora no te llamarás más Jacob, sino que tu nombre será Israel.» Así, pues, le puso por nombre Israel. (Génesis 35, 10)
Y dando el último suspiro, pues se estaba muriendo, lo llamó Ben-Oní (o sea, hijo de mi dolor), pero su padre le dio el nombre de Benjamín. (Génesis 35, 18)
