Encontrados 10 resultados para: pernil

  • Ustedes darán también al sacerdote el pernil derecho de la víctima de omunión. (Levítico 7, 32)

  • El pernil derecho será de aquel hijo de Aarón que haya ofrecido la sangre y la grasa del sacrificio de comunión. (Levítico 7, 33)

  • Yo quito a los hijos de Israel, de sus sacrificios de comunión, el pecho que fue mecido y el pernil que fue puesto aparte, para dárselos al sacerdote Aarón y a sus hijos. Este será para siempre derecho suyo entre los hijos de Israel. (Levítico 7, 34)

  • Luego tomó la grasa, el rabo, la grasa que cubre las entrañas, la que queda junto al hígado, los dos riñones con su grasa y el pernil derecho. (Levítico 8, 25)

  • Sacó del canastillo de los panes sin levadura que estaba ante Yavé un pan ázimo, una torta de pan amasada en aceite y otra torta, y las puso sobre la grasa y el pernil derecho. (Levítico 8, 26)

  • Aarón meció los pechos y el pernil derecho como ofrenda mecida ante Yavé, conforme Moisés había ordenado. (Levítico 9, 21)

  • Tú, y contigo tus hijos e hijas, comerán también en lugar puro el pecho que ha sido mecido y el pernil que ha sido separado, pues son la parte que te corresponde a ti y tus hijos en los sacrificios de comunión que los hijos de Israel me presentan. (Levítico 10, 14)

  • Los hijos de Israel traerán además de las grasas que van a ser quemadas, el pernil que fue separado y el pecho que fue mecido. Los mecerán ante Yavé, y luego serán para ti y tus hijos para siempre, según lo ha ordenado Yavé.» (Levítico 10, 15)

  • El sacerdote lo mecerá todo delante de Yavé como se hace con las ofrendas. Son cosas consagradas y pertenecen al sacerdote, lo mismo que el pecho que fue mecido y el pernil que fue ofrecido. Hecho esto, el nazireo ya podrá beber vino. (Números 6, 20)

  • El cocinero tomó el pernil con la cola y lo puso delante de Saúl, diciéndole: «Esto fue especialmente reservado para ti; sírvetelo.» Aquel día Saúl comió con Samuel. (1 Samuel 9, 24)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina