Encontrados 751 resultados para: no tendrás otros dioses

  • Hermanos, no se critiquen unos a otros. El que habla mal de un hermano o se hace su juez, habla contra la Ley y se hace juez de la Ley. Pero a ti, que juzgas a la Ley, ¿te corresponde juzgar a la Ley o cumplirla? (Carta de Santiago 4, 11)

  • Han conocido sólo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien, mientras otros eran asesinados. (Carta de Santiago 5, 5)

  • Hermanos: no se peleen unos con otros, y así no serán juzgados; miren que el juez está a la puerta. (Carta de Santiago 5, 9)

  • Reconozcan sus pecados unos ante otros y recen unos por otros para que sean sanados. La súplica del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante: (Carta de Santiago 5, 16)

  • Al aceptar la verdad, han logrado la purificación interior, de la que procede el amor sincero a los hermanos; ámense pues unos a otros de todo corazón, (1º Carta de Pedro 1, 22)

  • De ese modo se adornaban en otros tiempos las santas mujeres que esperaban en Dios y obedecían a sus maridos. (1º Carta de Pedro 3, 5)

  • Sobre todo ámense de verdad unos a otros, pues el amor hace perdonar una multitud de pecados. (1º Carta de Pedro 4, 8)

  • Acójanse unos a otros en sus casas sin quejarse. (1º Carta de Pedro 4, 9)

  • También ustedes, los más jóvenes, sean sumisos a la autoridad de los Ancianos. Traten de rivalizar en sencillez y humildad unos con otros, porque Dios resiste a los orgullosos, pero da su gracia a los humildes. (1º Carta de Pedro 5, 5)

  • Salúdense unos a otros con el beso fraterno. Paz a todos ustedes, que están en Cristo. (1º Carta de Pedro 5, 14)

  • a unos los salvarán arrancándolos del fuego eterno; con otros deberán actuar con mucho cuidado, sin tocar ni siquiera sus ropas por miedo a la contaminación. (2º Carta de Pedro 3, 23)

  • En cambio, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, el Hijo de Dios, nos purifica de todo pecado. (1º Carta de Juan 1, 7)


“O amor tudo esquece, tudo perdoa, sem reservas.” São Padre Pio de Pietrelcina