Encontrados 1903 resultados para: mal

  • y les dijo: «Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. (Génesis 19, 7)

  • Y a Sara le dijo: «Le he dado a tu hermano mil monedas de plata, que serán para ti como un velo que tiendas ante los ojos de todos los que están contigo, y así nadie pensará mal de ti.» (Génesis 20, 16)

  • Ahí tienes a Rebeca: tómala y llévala contigo. Que sea la esposa del hijo de tu patrón, como Yavé lo ha dispuesto.» (Génesis 24, 51)

  • Y hagamos un pacto: tú no nos harás ningún mal, ya que nosotros no te hemos tocado nada sino que, al contrario, sólo te hicimos bien y te dejamos partir tranquilamente. Tú eres el protegido de Yavé.» (Génesis 26, 29)

  • Si me toca se dará cuenta del engaño y recibiré una maldición en lugar de una bendición.» (Génesis 27, 12)

  • Su madre le replicó: «Tomo para mí la maldición. Pero tú, hijo mío, hazme caso, y vé a buscar lo que te pedí.» (Génesis 27, 13)

  • Que te sirvan los pueblos y las naciones se inclinen ante ti. Sé señor de tus hermanos, que los hijos de tu madre se inclinen ante ti. Sea maldito quien te maldiga, y bendito quien te bendiga." (Génesis 27, 29)

  • Yo podría hacerte mal, pero el Dios de tu padre me dijo anoche: "Cuídate de no discutir con Jacob, bien sea con amenazas o sin violencia." (Génesis 31, 29)

  • En veinte años que llevo contigo, tus ovejas y tus cabras no han malparido, y nunca he comido ni un cordero de tus rebaños. (Génesis 31, 38)

  • Los animales destrozados por las fieras, no te los traía, sino que yo mismo los reemplazaba, y tú me exigías lo que había sido robado de noche o de día. (Génesis 31, 39)

  • Respondió Labán a Jacob: «Estas hijas son mis hijas y estos hijos son mis hijos, el ganado también es mío y todo cuanto ves es mío. ¿Cómo podría yo querer mal a mis hijas y a sus hijos? (Génesis 31, 43)

  • Si tratas mal a mis hijas o si tomas otras mujeres fuera de ellas, no serán los hombres los que te juzguen, sino Dios que es testigo de nuestro pacto.» (Génesis 31, 50)


“Para mim, Deus está sempre fixo na minha mente e estampado no meu coração.” São Padre Pio de Pietrelcina