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Pues bien, bajemos y confundamos ahí mismo su lengua, de modo que no se entiendan los unos a los otros.» (Génesis 11, 7)
Así Yavé los dispersó sobre la superficie de la tierra, y dejaron de construir la ciudad. (Génesis 11, 8)
Por eso se la llamó Babel, porque allí Yavé confundió el lenguaje de todos los habitantes de la tierra, y desde allí los dispersó Yavé por toda la tierra. (Génesis 11, 9)
Estos son los descendientes de Sem: A los cien años años de edad, Sem fue padre de Arfaxad, dos años después del diluvio. (Génesis 11, 10)
Shela fue padre de Eber al cumplir los treinta años. (Génesis 11, 14)
Peleg fue padre de Reu a los treinta años, (Génesis 11, 18)
Terá a los setenta años fue padre de Abram, de Najor y de Harán. (Génesis 11, 26)
Terá tomó consigo a su hijo Abram, a su nieto Lot, hijo de Harán, y a su nuera Saray, esposa de Abram, y los sacó de Ur de Caldea para llevarlos al país de Canaán. Pero al llegar a Jarán se establecieron allí. (Génesis 11, 31)
Yavé dijo a Abram: «Deja tu país, a los de tu raza y a la familia de tu padre, y anda a la tierra que yo te mostraré. (Génesis 12, 1)
Entraron en Canaán, y Abram atravesó el país hasta llegar al lugar sagrado de Siquem, al árbol de Moré. En aquel tiempo los cananeos ocupaban el país. (Génesis 12, 6)
Los egipcios al verte dirán: "Es su mujer", y me matarán para llevarte. (Génesis 12, 12)
Efectivamente, cuando Abram entró en Egipto, los egipcios notaron que la mujer era muy hermosa. (Génesis 12, 14)
