Encontrados 25 resultados para: llenas

  • Vi tambien en mi sueño siete espigas llenas y granadas que salían de un solo tallo. (Génesis 41, 22)

  • Las navetas de oro eran doce, llenas de incienso. Cada naveta era de diez siclos, en siclos del santuario. Los siclos de oro de las navetas sumaban en total ciento veinte. (Números 7, 86)

  • Los ancianos de Moab partieron pues junto con los de Madián, con las manos llenas de regalos para el adivino, y llegaron a la casa de Balaam. Cuando le transmitieron las palabras de Balac, (Números 22, 7)

  • Joab entró a la casa del rey y le dijo: «Hoy llenas de vergüenza a todos los que lucharon por ti, salvando tu vida y la de toda tu familia. (2 Samuel 19, 6)

  • Cuando estuvieron todas llenas, ella dijo a su hijo: «Tráeme otra vasija.» El respondió: «Ya no hay más.» Y se detuvo el aceite. (2 Reyes 4, 6)

  • El que quiera, pues, puede hacer una ofrenda a manos llenas a Yavé, oro para los objetos de oro, plata para los de plata y para todas las obras de los artesanos.» (1 Crónicas 29, 5)

  • Era extremadamente hermosa. Su marido le había dejado muchas riquezas, familia numerosa y posesiones llenas de rebaños de vacas y de ovejas, quedando ella como dueña. (Judit 8, 7)

  • Después, como homenaje a Ester, dio el rey un gran banquete a todos sus ministros y funcionarios, decretó un día feriado para todas las provincias y repartió regalos a manos llenas. (Ester 2, 18)

  • voy colmando de bienes a los que me aman, y dejando llenas sus bodegas. (Proverbios 8, 21)

  • Cuando las nubes están llenas, descargan la lluvia sobre la tierra. Así como el árbol cae, ya sea al norte o al sur, así queda tumbado. (Eclesiastés (Qohelet) 11, 3)

  • Aquellos cuyas palabras están llenas de sensatez han sabido ser sabios; sus sentencias son una lluvia bienhechora. (Sirácides (Eclesiástico) 18, 29)

  • Otros guiaron al pueblo con sus consejos, le enseñaron con sus palabras llenas de sabiduría. (Sirácides (Eclesiástico) 44, 4)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina