Encontrados 264 resultados para: libro sagrado

  • No plantarás tronco sagrado ni árbol alguno cerca del altar que levantes para tu Dios. (Deuteronomio 16, 21)

  • Cuando suba al trono, deberá copiar para su uso esta ley, del libro de los sacerdotes levitas. (Deuteronomio 17, 18)

  • No habrá entre las hijas de Israel prostituta sagrada, ni prostituto sagrado entre los hijos de Israel. (Deuteronomio 23, 18)

  • Si no guardas ni pones en práctica las palabras de esta Ley tales como están escritas en este libro, y no temes a ese Nombre glorioso y terrible, a Yavé, tu Dios, (Deuteronomio 28, 58)

  • Más todavía, todas las enfermedades y plagas que no se mencionan en este libro de la Ley, te las mandará Yavé hasta aniquilarte. (Deuteronomio 28, 61)

  • Yavé no lo perdonará. Su furor y sus celos se encenderán contra este hombre, al que acecharán todas las maldiciones escritas en este libro. Yavé borrará su nombre de debajo de los cielos (Deuteronomio 29, 19)

  • y lo separará de todas las tribus de Israel para su desgracia, conforme a todas las maldiciones de la Alianza expresadas en este libro de la Ley. (Deuteronomio 29, 20)

  • Por eso se ha encendido la ira de Yavé contra ese país hasta traer sobre él toda la maldición escrita en este libro. (Deuteronomio 29, 26)

  • porque tú habrás vuelto a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y guardarás sus mandamientos y sus normas, en una palabra, lo que está escrito en el libro de esta ley. (Deuteronomio 30, 10)

  • Escribe, pues, este libro y enséñaselo a los hijos de Israel para que lo recen de memoria. Este cántico me servirá de testimonio contra los hijos de Israel. (Deuteronomio 31, 19)

  • Cuando terminó de escribir en un libro las palabras de esta Ley, (Deuteronomio 31, 24)

  • «Tomen el libro de esta Ley y pónganlo al lado del Arca de la Alianza de Yavé, nuestro Dios. Allí quedará como testimonio contra ustedes. (Deuteronomio 31, 26)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina