Encontrados 19 resultados para: leer

  • Josué procedió a leer las palabras de bendición y de maldición y todo lo escrito en el libro de la Ley. (Josué 8, 34)

  • Al leer la carta el rey, rasgó sus vestidos para manifestar su indignación: «Yo no soy Dios para dar muerte o vida. ¡Y el rey de Aram me manda a este hombre para que lo sane! Reconozcan y vean que busca pretextos de guerra.» (2 Reyes 5, 7)

  • Esdras trajo la Ley ante la asamblea, en que se mezclaban hombres y mujeres, y todos los niños que podían entender lo que se iba a leer. Era el primer día del séptimo mes. (Nehemías 8, 2)

  • Al leer Mardoqueo la respuesta de Ester, le contestó: (Ester 4, 12)

  • por lo tanto, nos hemos preocupado por ofrecer algo atractivo a los que deseen leer, facilidad a los que quieran aprenderlo de memoria, (2 Macabeos 2, 25)

  • Mandó leer el Libro Sagrado y dio como contraseña «Auxilio de Dios»; luego él mismo, al frente del primer batallón, cayó sobre Nicanor, (2 Macabeos 8, 23)

  • Tadas las visiones han pasado a ser para ustedes como las palabras de un libro que está sellado. Si se lo pasa a uno que no sabe leer, diciéndole: «Lee esto», él contestará: «No puedo, pues el libro está sellado.» (Isaías 29, 11)

  • O bien si se lo entregan a otro que no sabe leer, diciéndole lo mismo, él responderá: «No sé leer.» ME HONRAN CON LOS LABIOS (Isaías 29, 12)

  • así que tú mismo irás a leer este rollo en la Casa de Yavé. Cuando corresponda un día de ayuno lo leerás en voz alta a los judíos que vienen de sus ciudades. (Jeremías 36, 6)

  • Y Baruc, hijo de Nerías, hizo lo que le ordenó Jeremías, o sea, leer este libro en la Casa de Yavé. (Jeremías 36, 8)

  • y cada vez que Judí acababa de leer tres o cuatro columnas, él recortaba las hojas con su cortaplumas y las arrojaba al fuego del brasero, hasta que todo el rollo se quemó. (Jeremías 36, 23)

  • Y Jeremías dio esta orden a Seraías: «Cuando llegues a Babilonia, cuida de leer en voz alta todo esto, y agrega: (Jeremías 51, 61)


“Viva feliz. Sirva ao Senhor alegremente e com o espírito despreocupado.” São Padre Pio de Pietrelcina