Encontrados 244 resultados para: lavar los pies

  • Los llevó a su casa y dio forraje a los burros. Y ellos se lavaron los pies, comieron y bebieron. (Jueces 19, 21)

  • Fíjate bien dónde se va a acostar, y cuando ya esté durmiendo, acércate, levanta las mantas que tenga a sus pies y acuéstate allí. El te dirá entonces lo que debas hacer.» (Rut 3, 4)

  • Booz, después de una cena bien regada, se fue a acostar muy alegre junto a la parva. Ella, por su parte, caminando despacito, destapó sus pies y se acostó. (Rut 3, 7)

  • Como a la media noche se despertó el hombre y miró con asombro que tenía a sus pies a una mujer. (Rut 3, 8)

  • Subió Jonatán, ayudándose de pies y manos, y su escudero lo seguía. Caían los filisteos ante Jonatán, y los remataba su escudero, que lo iba siguiendo. (1 Samuel 14, 13)

  • Echándose a sus pies, le dijo: «¡Oh, señor mío! Yo soy la culpable, pero te ruego escuchar mis palabras. (1 Samuel 25, 24)

  • Ella postrándose en tierra dijo: «No soy más que una esclava para lavar los pies de los que sirven a mi señor David.» (1 Samuel 25, 41)

  • No tenías tus manos atadas ni estaban tus pies encadenados; has caído víctima de criminales.» (2 Samuel 3, 34)

  • David dio órdenes a sus servidores de que los mataran; les cortaron las manos y los pies, y los colgaron cerca de la piscina de Hebrón. También tomaron la cabeza de Isbaal y la pusieron en el sepulcro de Abner, en Hebrón. (2 Samuel 4, 12)

  • En todo Israel no había un hombre tan admirado por su belleza como Absalón. No tenía ni un defecto desde la planta de los pies hasta la cabeza. (2 Samuel 14, 25)

  • David subía el cerro de los Olivos llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Todos los que lo acompañaban hacían otro tanto. (2 Samuel 15, 30)

  • También vino a su encuentro Mipibaal, hijo de Saúl, que no se había lavado los pies ni las manos, ni arreglado su bigote, ni lavado su ropa, desde el día en que el rey se había marchado hasta que volvió en paz. (2 Samuel 19, 25)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina