Encontrados 18 resultados para: habitar

  • Ustedes irán a buscar a Yavé al lugar que él escoja entre todas las tribus para poner allí su Nombre y habitar en él. (Deuteronomio 12, 5)

  • Si te dicen respecto de alguna de las ciudades que Yavé te dará para habitar: (Deuteronomio 13, 13)

  • Tendrás una prometida y otro hombre la hará suya. Edificarás una casa y no la podrás habitar. Plantarás una viña y no comerás sus uvas. (Deuteronomio 28, 30)

  • En Silo, en el país de Canaán, les dijeron lo siguiente: «Yavé mandó por medio de Moisés que se nos dieran ciudades para habitar y campos para alimentar nuestro ganado.» (Josué 21, 2)

  • La tribu de Aser tuvo que habitar en medio de los cananeos que ocupaban su territorio, ya que no pudo quitarles esa provincia. (Jueces 1, 32)

  • Abimelec volvió a Aruma; pero Zebul expulsó a Gaal y a sus hermanos y no los dejó habitar en Siquem. (Jueces 9, 41)

  • Por aquel tiempo no había rey en Israel y la tribu de Dan buscaba un territorio donde habitar, pues hasta aquel día no le había tocado heredad entre las tribus de Israel. (Jueces 18, 1)

  • David había huido, escapándose de Saúl. Se fue donde Samuel, en Ramá, donde vivían los profetas, y le contó todo lo que Saúl le había hecho. Los dos fueron a habitar en «las Celdas». (1 Samuel 19, 18)

  • Los primeros que volvieron a habitar en sus propiedades y ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y donados. (1 Crónicas 9, 2)

  • Y el Dios que allí hace habitar su Nombre aplaste a todo rebelde, rey o pueblo, que vaya en contra de esto y trate de destruir esa Casa de Dios en Jerusalén. Yo, Darío, he dado esta orden. Que sea puntualmente cumplida.» (Esdras 6, 12)

  • El pueblo bendijo a todos los hombres que se ofrecieron voluntariamente para habitar en Jerusalén. (Nehemías 11, 2)

  • Una cosa al Señor, sólo le pido, la cosa que yo busco es habitar la casa del Señor mientras dure mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y cuidar de su santuario. (Salmos 27, 4)


“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina