Encontrados 475 resultados para: fortalecer ciudades
Por esto, el león de la selva los ataca, el lobo de las estepas los destroza y la pantera está acechando a la puerta de sus ciudades, lista para despedazar al que salga, porque son muchos sus pecados y numerosas sus rebeldías. (Jeremías 5, 6)
¿Es que no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? (Jeremías 7, 17)
Suspenderé en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén toda manifestación de gozo y de alegría, los cantos del novio y de la novia, porque el país sólo será un desierto.» (Jeremías 7, 34)
«¿Por qué nos quedamos parados? Juntémonos, entremos en nuestras ciudades fortificadas para morir allí, pues Yavé, nuestro Dios, nos entrega a la muerte y nos da para tomar agua envenenada, porque hemos pecado contra él. (Jeremías 8, 14)
«Voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, una guarida de chacales, y de las ciudades de Judá, un desierto donde nadie viva.» (Jeremías 9, 10)
Oigan esta noticia. ¡Atiendan! El ruido de una gran muchedumbre se acerca desde el norte, vienen a reducir las ciudades de Judá en un desierto, guarida de chacales. (Jeremías 10, 22)
Y Yavé me dijo: «Publica este aviso en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén: «Escuchen las palabras de esta alianza y cúmplanlas. (Jeremías 11, 6)
¡Que vayan, entonces, las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén a clamar a los dioses a los que quemaban incienso! Estos dioses no les darán ningún socorro cuando les pase la desgracia. (Jeremías 11, 12)
¡Porque tan numerosos como tus ciudades son tus dioses, Judá! E igual al número de las calles de Jerusalén es la cantidad de altares que ustedes han levantado para ofrecer incienso a Baal. (Jeremías 11, 13)
¡Las ciudades del Negueb han sido cerradas y nadie viene a abrirlas! Todo Judá es deportado, deportado en masa. (Jeremías 13, 19)
Judá está de duelo, y sus ciudades van a la ruina; están en el suelo, y de Jerusalén suben lamentos. (Jeremías 14, 2)
Los he pasado por el harnero en las ciudades del país. He dejado sin hijos a mi pueblo para que desaparezca, porque no ha querido dejar el mal camino. (Jeremías 15, 7)