Encontrados 98 resultados para: feliz

  • Si no hay visiones el pueblo vive sin freno; ¡feliz el que observa la Ley! (Proverbios 29, 18)

  • Y más feliz que uno y otro es el que todavía no existe, pues no ha visto todo el mal que se comete bajo el sol. (Eclesiastés (Qohelet) 4, 3)

  • Supongamos que un hombre tuviera un centenar de hijos y viviera largos años, pero durante todo ese tiempo no encontrara la felicidad y no tuviera después sepultura - en ese caso digo que un recién nacido fallecido es más feliz que él. (Eclesiastés (Qohelet) 6, 3)

  • Feliz tú, país, cuyo rey es un príncipe bien nacido, y cuyos jefes comen a sus horas, para tomar fuerzas y no para embriagarse. (Eclesiastés (Qohelet) 10, 17)

  • Feliz la mujer sin hijos si ha permanecido pura, si no ha tenido alguna unión culpable; cuando sean juzgadas las almas, se verán sus frutos. (Sabiduría 3, 13)

  • Feliz también el eunuco si no tomó parte en el mal ni tuvo pensamientos de rebelión contra el Señor: su fidelidad será bien recompensada, tendrá un lugar de privilegio en el templo del Señor. (Sabiduría 3, 14)

  • No proclames feliz a nadie, mientras la persona no esté muerta: la conocerás sólo al final. (Sirácides (Eclesiástico) 11, 28)

  • ¡Feliz el hombre que no pecó con sus palabras y que no arrastra el pesar por sus faltas! (Sirácides (Eclesiástico) 14, 1)

  • ¡ Feliz aquel que no es condenado por su conciencia y que no renunció a su ideal! (Sirácides (Eclesiástico) 14, 2)

  • Feliz el que se dedica a la sabiduría y puede responder al que lo interroga; (Sirácides (Eclesiástico) 14, 20)

  • Pone su tienda en manos de la sabiduría y se queda en esa feliz morada. (Sirácides (Eclesiástico) 14, 25)

  • Hay nueve cosas que considero hermosas, y a esas añadiría una décima: el que se siente feliz con sus hijos; el que ve antes de morir la ruina de sus enemigos. (Sirácides (Eclesiástico) 25, 7)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina