Encontrados 448 resultados para: familia de Manasés

  • Jesús les dijo: «Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su tierra, entre su parentela y en su propia familia.» (Evangelio según San Marcos 6, 4)

  • Siendo Herodes rey de Judea, vivía allí un sacerdote llamado Zacarías. Pertenecía al grupo sacerdotal de Abías, y su esposa, llamada Isabel, era también descendiente de una familia de sacerdotes. (Evangelio según San Lucas 1, 5)

  • No tenían hijos, pues Isabel no podía tener familia, y los dos eran ya de edad avanzada. (Evangelio según San Lucas 1, 7)

  • a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. (Evangelio según San Lucas 1, 27)

  • También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. (Evangelio según San Lucas 1, 36)

  • Los otros dijeron: «Pero si no hay nadie en tu familia que se llame así.» (Evangelio según San Lucas 1, 61)

  • Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero antes déjame despedirme de mi familia.» (Evangelio según San Lucas 9, 61)

  • «Un hombre de una familia noble se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver después. (Evangelio según San Lucas 19, 12)

  • El padre comprobó que a esa misma hora Jesús le había dicho: «Tu hijo está vivo.» Y creyó él y toda su familia. (Evangelio según San Juan 4, 53)

  • Luego José mandó buscar a su padre Jacob con toda su familia, que se componía de setenta y cinco personas. (Hecho de los Apóstoles 7, 14)

  • Este rey, actuando con astucia contra nuestra raza, obligó a nuestros padres a que abandonaran a sus hijos recién nacidos para que no tuvieran más familia. (Hecho de los Apóstoles 7, 19)

  • Era un hombre piadoso y, al igual que toda su familia, era de los «que temen a Dios». Daba muchas limosnas a los judíos pobres y oraba constantemente a Dios. (Hecho de los Apóstoles 10, 2)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina