Encontrados 53 resultados para: entrañas

  • Luego tomó la grasa, el rabo, la grasa que cubre las entrañas, la que queda junto al hígado, los dos riñones con su grasa y el pernil derecho. (Levítico 8, 25)

  • Lavó las entrañas y las patas y las quemó encima del holocausto sobre el altar. (Levítico 9, 14)

  • En cuanto a las grasas del ternero y del carnero, el rabo, la grasa que cubre las entrañas, los riñones y la telilla del hígado, (Levítico 9, 19)

  • Entren en tus entrañas las aguas que traen la maldición, haciendo que se pudran tus muslos y reviente tu vientre.» Y la mujer responderá: ¡Así sea, así sea! (Números 5, 22)

  • Bendito será el fruto de tus entrañas y el fruto de tu tierra, las crías de tus burras, el parto de tus vacas y ovejas. (Deuteronomio 28, 4)

  • Maldito el fruto de tus entrañas y el fruto de tus tierras, los partos de tus vacas y las crías de tus ovejas. (Deuteronomio 28, 18)

  • Te comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijas e hijos que te haya dado Yavé, en el asedio y angustia a que te reducirá tu enemigo. (Deuteronomio 28, 53)

  • Así dice Yavé: «Cuando se hayan acabado tus días y vayas a descansar con tus padres, yo pondré en el trono a tu hijo, fruto de tus entrañas, y afirmaré su poder. (2 Samuel 7, 12)

  • Amasá no vió la espada que Joab tenía en la mano, y éste lo hirió en el vientre, derramando sus entrañas en el suelo; no tuvo que repetir el golpe, pues Amasá murió. Luego Joab y su hermano Abisaí siguieron en persecución de Sebá, hijo de Bikrí. (2 Samuel 20, 10)

  • tú mismo padecerás una enfermedad en el vientre tan maligna, que irás echando las entrañas poco a poco un día tras otro.» (2 Crónicas 21, 15)

  • y al cabo de un tiempo, al fin del segundo año, se le salieron las entrañas y murió en medio de terribles dolores. El pueblo no quemó perfumes por él, como lo había hecho por su padre. (2 Crónicas 21, 19)

  • Me convirtióen su blanco, por doquier me apuntan sus flechas; traspasa mis entrañas sin piedad y derrama por el suelo mi hiel. (Job 16, 13)


“O mais belo Credo é o que se pronuncia no escuro, no sacrifício, com esforço”. São Padre Pio de Pietrelcina