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  • El hijo de la israelita (ella se llamaba Selomit, hija de Dibrí, de la tribu de Gad) blasfemó y maldijo el nombre de Yavé, por lo que lo llevaron ante Moisés. (Levítico 24, 11)

  • Estará en casa de su patrón, año tras año, como quien trabaja a jornal. No permitas que se le trate con dureza ante tus ojos. (Levítico 25, 53)

  • No se hagan ídolos, ni levanten estatuas o monumentos, ni coloquen en su tierra piedras grabadas para postrarse ante ellas, porque yo soy Yavé, el Dios de ustedes. (Levítico 26, 1)

  • Perseguirán a sus enemigos, que caerán ante ustedes a filo de espada. (Levítico 26, 7)

  • Cinco de ustedes perseguirán a cien de ellos, y cien de ustedes a diez mil de ellos: los enemigos caerán ante ustedes a filo de espada. (Levítico 26, 8)

  • Me volveré contra ustedes y serán derrotados ante el enemigo; ustedes no resistirán a sus adversarios y huirán sin que nadie los persiga. (Levítico 26, 17)

  • Se atropellarán unos a otros como delante de la espada, aunque nadie los persiga. No se podrán tener en pie ante el enemigo. (Levítico 26, 37)

  • Me acordaré en su favor de la alianza hecha con sus padres a quienes saqué de la tierra de Egipto ante los ojos de las naciones, para ser su Dios: ¡yo soy Yavé!» (Levítico 26, 45)

  • En estos casos, el hombre llevará a su mujer ante el sacerdote y presentará por ella la ofrenda correspondiente: una décima de medida de harina de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda, ni le pondrá incienso, pues es ofrenda de Celos, o sea, ofrenda para recordar y descubrir una culpa. (Números 5, 15)

  • El sacerdote hará que se acerque la mujer ante Yavé, (Números 5, 16)

  • Los levitas fueron purificados y se pusieron ropa limpia, y Aarón los presentó ante Yavé como se presenta una ofrenda, y luego hizo la expiación por ellos para que fueran purificados. (Números 8, 21)

  • Cuando el Arca partía, Moisés decía: "¡Levántate, Yavé! ¡Que se dispersen tus enemigos, que huyan ante ti los que te odian!" (Números 10, 35)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina