Encontrados 138 resultados para: alguno

  • Si a alguno se le cae el pelo de la cabeza y queda calvo, es puro. (Levítico 13, 40)

  • Este será para ustedes un rito perpetuo. En el mes séptimo, el día décimo, ustedes ayunarán y no harán trabajo alguno, tanto el israelita como el forastero que viva con ustedes. (Levítico 16, 29)

  • Si un hombre de Israel, o alguno de los extranjeros que viven en medio de ustedes, caza un animal o ave que está permitido comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. (Levítico 17, 13)

  • «Di a los hijos de Israel: Si un israelita o uno de los extranjeros que habitan en Israel sacrifica a alguno de sus hijos según el rito de Moloc morirá: la gente del pueblo lo apedreará. (Levítico 20, 2)

  • Si alguno se dirige a los que consultan a los espíritus, o a los brujos para prostituirse con ellos, volveré mi rostro contra él y lo eliminaré de su pueblo. (Levítico 20, 6)

  • Si alguno comete adulterio con una mujer casada, con la mujer de su prójimo, morirán los dos, el adúltero y la mujer adúltera. (Levítico 20, 10)

  • No ofrezcan a Yavé animal alguno que tenga los testículos aplastados, hundidos, cortados o arrancados. No harán esto en el país de ustedes, (Levítico 22, 24)

  • No harán, pues, trabajo alguno, es un decreto perpetuo, de generación en generación, dondequiera que habiten. (Levítico 23, 31)

  • Si alguno no tiene quien le rescate su propiedad, pero tiene por sí solo recursos suficientes para rescatarla, (Levítico 25, 26)

  • no beberá ni vino ni bebida alguna que pueda embriagar, ni vinagre hecho de vino o de otra bebida embriagante cualquiera, ni tampoco jugo alguno exprimido de uvas; no comerá uvas frescas ni pasas. (Números 6, 3)

  • Todo el tiempo que sea nazireo, no comerá fruto alguno de la vid, desde los granos hasta el hollejo. (Números 6, 4)

  • y no dejarán nada de él para el otro día ni le quebrarán hueso alguno. Observarán todas las ceremonias de la Pascua. (Números 9, 12)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina