Encontrados 450 resultados para: Sacerdotes

  • Al saberlo el rey, mandó decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: «Digan a los dirigentes de Judá: ¿Por qué van a ser los últimos en hacer que el rey vuelva a su casa? (2 Samuel 19, 12)

  • Sadoc y Abiatar eran sacerdotes; (2 Samuel 20, 25)

  • Banaías, hijo de Joyada, jefe del ejército; Sadoc y Abiatar, sacerdotes; (1 Reyes 4, 4)

  • Los sacerdotes tomaron el Arca de la Alianza de Yavé (1 Reyes 8, 3)

  • Los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza de Yavé a su sitio en el Santuario, el Lugar Santísimo, bajo las alas de los querubines. (1 Reyes 8, 6)

  • Cuando los sacerdotes salieron del Lugar Santo, la nube llenó la Casa de Yavé. (1 Reyes 8, 10)

  • Y por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron continuar con la ceremonia, pues la Gloria de Yavé había llenado su Casa. (1 Reyes 8, 11)

  • Jeroboam construyó santuarios en las lomas y estableció como sacerdotes a hombres comunes que no eran de la tribu de Leví. (1 Reyes 12, 31)

  • También decretó una fiesta que se celebraba el quince del octavo mes, semejante a la que se celebraba en Judá, y en esta ocasión él mismo subió al altar. Esto ocurrió en Betel, donde ofreció sacrificios a los terneros, y estableció sacerdotes para los santuarios de las lomas que había levantado. (1 Reyes 12, 32)

  • El profeta gritó hacia el altar en nombre de Yavé: «Altar, altar, en la familia de David va a nacer un niño cuyo nombre será Josías. El matará sobre este altar a los sacerdotes que quemaron incienso en él. Y manchará el altar quemando sobre él huesos humanos.» (1 Reyes 13, 2)

  • Lo que es Jeroboam, siguió su mal camino. Continuó tomando gente del pueblo para que fueran sacerdotes de los santuarios de las lomas; a cualquiera que se presentara lo consagraba sacerdote, aunque no fuera de la tribu de Leví. (1 Reyes 13, 33)

  • Jehú mató después a todos los que quedaban del partido de Ajab en Jezrael, a todos sus ayudantes, familiares, sacerdotes, sin dejar ni uno con vida. (2 Reyes 10, 11)


“Quando te encontrares diante de Deus, na oração considera-te banhado na luz da verdade, fala-lhe se puderes, deixa simplesmente que te veja e não tenhas preocupação alguma”. São Padre Pio de Pietrelcina