Encontrados 24 resultados para: Olivos

  • Como Jesús después se sentara en el monte de los Olivos, los discípulos se acercaron y le preguntaron en privado: «Dinos cuándo ocurrirá todo eso. ¿Qué señales anunciarán tu venida y el fin de la historia?» (Evangelio según San Mateo 24, 3)

  • Después de cantar los salmos, partieron para el monte de los Olivos. (Evangelio según San Mateo 26, 30)

  • Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y de Betania, al pie del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos (Evangelio según San Marcos 11, 1)

  • Poco después Jesús se sentó en el monte de los Olivos, frente al Templo, y entonces Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron en privado: (Evangelio según San Marcos 13, 3)

  • Después de cantar los himnos se dirigieron al monte de los Olivos. (Evangelio según San Marcos 14, 26)

  • Cuando se acercaban a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos y les dijo: (Evangelio según San Lucas 19, 29)

  • Al acercarse a la bajada del monte de los Olivos, la multitud de los discípulos comenzó a alabar a Dios a gritos, con gran alegría, por todos los milagros que habían visto. (Evangelio según San Lucas 19, 37)

  • Durante el día Jesús enseñaba en el Templo, y luego salía e iba a pasar la noche al aire libre al monte de los Olivos. (Evangelio según San Lucas 21, 37)

  • Después Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron también sus discípulos. (Evangelio según San Lucas 22, 39)

  • Jesús, por su parte, se fue al monte de los Olivos. (Evangelio según San Juan 8, 1)

  • Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista de la ciudad como media hora de camino. (Hecho de los Apóstoles 1, 12)

  • Estos son los dos olivos y las dos lámparas que están ante el Dueño de la tierra. (Apocalipsis 11, 4)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina