Encontrados 142 resultados para: Libros de Samuel

  • Que se investiguen los libros de la historia de tus padres, y en ellos verás que esta ciudad es una ciudad rebelde y molesta para los reyes y las provincias, y que en ella se han fomentado revueltas desde tiempos antiguos. Por esta razón precisamente ha sido destruida. (Esdras 4, 15)

  • Entonces el rey Darío dio orden de hacer investigaciones en la casa de los tesoros de Babilonia, donde se depositaban los libros; (Esdras 6, 1)

  • Moisés y Aarón eran sus sacerdotes, Samuel también invocaba su nombre: invocaban al Señor y él les respondía. (Salmos 99, 6)

  • Rasgaban y echaban al fuego los libros de la Ley que encontraban. (1 Macabeos 1, 56)

  • No piensen que nos sentimos ahora en apuros, pues encontramos consuelo en nuestros Libros Sagrados. (1 Macabeos 12, 9)

  • Este hecho se leía también en los archivos y en las Memorias del tiempo de Nehemías. Ahí contaban que Nehemías inició una biblioteca y reunió los libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David y las cartas de los reyes relativas a las ofrendas. (2 Macabeos 2, 13)

  • De igual modo Judas acaba de reunir todos los libros dispersos a consecuencia de la guerra que sufrimos, los cuales están en nuestras manos. (2 Macabeos 2, 14)

  • Todo esto, expuesto en cinco libros por Jasón de Cirene, intentaremos nosotros resumirlo en uno solo. (2 Macabeos 2, 23)

  • Pues comprobamos que estos libros contienen muchísimas cifras y sabemos que, a los que quieren estudiar la historia, se les hace difícil informarse de tantos hechos; (2 Macabeos 2, 24)

  • No le añadas nada, hijo mío: ¿para qué más y más libros? Esto no tiene fin, y el demasiado estudio agota al cuerpo. (Eclesiastés (Qohelet) 12, 12)

  • Samuel fue amado del Señor. Como profeta del Señor estableció la realeza y dio la unción santa a los jefes de su pueblo. (Sirácides (Eclesiástico) 46, 13)

  • Samuel exterminó a los jefes enemigos y a todos los príncipes de los Filisteos. (Sirácides (Eclesiástico) 46, 18)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina