Encontrados 68 resultados para: Hiciste

  • Dios le dijo: «Yo sé que lo hiciste con corazón sencillo y por eso te he librado de pecar contra mí, y no he permitido que la tocases. (Génesis 20, 6)

  • Yo soy el Dios de Betel, en donde derramaste aceite sobre una piedra y me hiciste un juramento. Ahora, levántate y vuélvete a la tierra en que naciste"» (Génesis 31, 13)

  • Moisés suplicó a Yavé, su Dios, con estas palabras: «Oh Yavé, ¿cómo podrías enojarte con tu pueblo, después de todos los prodigios que hiciste para sacarlo de Egipto? (Exodo 32, 11)

  • Acuérdate de tus servidores Abrahán, Isaac y Jacob, y de las promesas que les hiciste. Pues juraste por tu propio Nombre: "Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu raza la tierra que te prometí, para que sea de ellos para siempre".» (Exodo 32, 13)

  • Moisés le dijo a Yavé: "Los egipcios saben muy bien con qué fuerza hiciste salir a este pueblo de en medio de ellos. (Números 14, 13)

  • Balac le dijo a Balaam: "¿Qué me hiciste? ¡Te traje para que maldijeras a mis enemigos y tú los bendices!" (Números 23, 11)

  • Yavé me dijo: No le tengas miedo porque yo lo he entregado en tus manos con toda su gente y con su misma tierra, para que hagas con él lo mismo que hiciste con Sijón, el rey amorreo que habitaba en Jesbón . (Deuteronomio 3, 2)

  • Josué se lamentó: «Ay, Yavé, ¿por qué hiciste pasar a este pueblo el río Jordán para entregarnos después en manos del amorreo y exterminarnos? Mejor hubiera sido para nosotros permanecer al otro lado del Jordán. (Josué 7, 7)

  • Respondieron: «Nunca le hiciste mal a nadie.» (1 Samuel 12, 4)

  • Hazme, pues, ese favor, ya que conmigo hiciste una alianza en nombre de Dios. Si hay falta de mi parte, mátame tú mismo y no me lleves a tu padre.» (1 Samuel 20, 8)

  • Joab, entonces, se presentó al rey y le dijo: «¿Qué hiciste? Abner vino, lo recibiste y lo dejas volver en paz. (2 Samuel 3, 24)

  • Tú hiciste esto sin que nadie lo supiera, pero yo cumpliré esto que digo a la vista de todo Israel y a plena luz del día.» (2 Samuel 12, 12)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina