Encontrados 230 resultados para: Gob

  • entregándole la corona, el manto y el anillo, con el encargo de educar a su hijo Antíoco y prepararlo para el gobierno. (1 Macabeos 6, 15)

  • Entre tanto, Filipo, a quien el rey Antíoco había confiado en vida la educación de su hijo Antíoco para prepararlo a gobernar, (1 Macabeos 6, 55)

  • Cada año eligen a uno que mande sobre ellos y que gobierne el imperio, y todos le obedecen sin que haya entre ellos envidias o celos. (1 Macabeos 8, 16)

  • Así hubo paz en Israel, y Jonatán fijó su residencia en Micmás, donde comenzó a gobernar el país, e hizo desaparecer de Israel a los renegados. (1 Macabeos 9, 73)

  • El rey lo elevó a grandes honores, lo inscribió entre sus primeros Amigos, y lo nombró general y gobernador. (1 Macabeos 10, 65)

  • Demetrio tomó como generalísimo a Apolonio, gobernador de Celesiria, el cual, juntando un numeroso ejército, acampó en Jamnia y envió a decir a Jonatán, sumo sacerdote: (1 Macabeos 10, 69)

  • Entonces el jovencito Antíoco envió a Jonatán esta carta: «Te confirmo en el cargo de Sumo Sacerdote, te hago gobernador de los cuatro distritos y te pongo entre los Amigos del Rey.» (1 Macabeos 11, 57)

  • Mientras vivió Simón, la Judea tuvo paz. Buscó el bienestar de su país; su gobierno agradó al pueblo y gozó de mucho prestigio. (1 Macabeos 14, 4)

  • No pudiendo vencer a Onías, se fue a Apolonio de Tarso, gobernador de Celesiria y Fenicia, (2 Macabeos 3, 5)

  • Onías vio los peligros que entrañaba aquella rivalidad intolerable; incluso Apolonio, hijo de Menesteo, gobernador de Celesiria y Fenicia, instigaba a Simón al mal. Por eso fue donde el rey, (2 Macabeos 4, 4)

  • Menelao quedó en el poder, gracias a la corrupción de los gobernantes, cada vez más criminal, convertido en tirano de su pueblo. (2 Macabeos 4, 50)

  • Poco tiempo después, Lisias, tutor y pariente del rey, que era jefe del gobierno, muy disgustado por todo lo sucedido, (2 Macabeos 11, 1)


“Quando ofendemos a justiça de Deus, apelamos à Sua misericórdia. Mas se ofendemos a Sua misericórdia, a quem podemos apelar? Ofender o Pai que nos ama e insultar quem nos auxilia é um pecado pelo qual seremos severamente julgados.” São Padre Pio de Pietrelcina